Es un edificio olvidado por todos, empezando por los políticos y terminando por los propios ciudadanos de Guadalajara. Ahora, precisamente, algún representante público ha recordado su existencia y ha hecho bandera, al menos provisional, de su defensa. El portavoz de Vox en las Cortes de Castilla-la Mancha, Iván Sánchez, ha planteado este martes la necesidad de realizar obras de rehabilitación y mantenimiento del conocido Laboratorio de los Ingleses, en la carretera de Fontanar, en Guadalajara.
Sánchez ha señalado que «es una pena que el gobierno regional permita el estado calamitoso de un edificio como este tan ligado a la historia de Guadalajara» y solicita al Gobierno de Castilla-La Mancha la puesta en marcha un plan para la conservación y restauración del inmueble. «Si el gobierno de Page no interviene ya, existe un riesgo real de que este edificio histórico se venga abajo», ha añadido el parlamentario autonómico.
Iván Sánchez ha recordado que Vox ya presentó una proposición no de ley en torno a la rehabilitación del edificio en las Cortes de Castilla-La Mancha, recibiendo como respuesta que «el Gobierno regional está manteniendo reuniones de asesoramiento para la conservación de inmueble».
Para la formación política, dicha respuesta está «vacía de contenido» y subrayan que «semanas después de haberla recibido, no se ha realizado ninguna acción para la conservación y restauración de un edificio del siglo XVIII que necesita con urgencia una rehabilitación integral».
Además, acusan al presidente autonómico, Emiliano García-Page de «dejación de funciones atribuidas por el Decreto 108/2023, de 25 de julio, por el que se establece la estructura orgánica y distribución de competencias de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes».
El Ayuntamiento ordenó su demolición hace una década
Más allá de la posible polémica política y coyuntural, la propia Junta de Comunidades ha asumido en más de una ocasión el valor del inmueble, aun sin cuidar de él como correspondería.
La Junta incluso dedica espacio en una web institucional a recordar su historia, con esta semblanza: «El Laboratorio de los Ingleses está íntimamente ligado a la historia de la Real Fábrica de Paños de Guadalajara, que fue la más importante industria de la provincia durante el siglo XVIII. Se edificó en 1786-1787 con criterios funcionales de los que resultó un edificio muy sencillo, sin recursos ornamentales gratuitos, totalmente orientado a su uso fabril. Se concibió con la finalidad de acoger a cierto número de trabajadores especializados que, a través de un agente irlandés, se contrataban en Inglaterra para la creación de nuevos paños. El inmueble que nos ocupa es de planta rectangular, orientada en un eje norte-sur paralelo a la carretera de Fontanar. Cuenta con tres alturas; planta baja, primera y bajo cubierta. Está construido con muros de carga perimetrales de fábrica de ladrillo revocado con estuco de cal, y otro interior longitudinal que parece ser de entramado de madera. Este último, en planta baja se ha sustituido por una estructura de vigas metálicas roblonadas. Se cierra con una cubierta a cuatro aguas de teja árabe. La fachada, carente de adornos, se reduce a una seriación de ventanas que aportan generosa iluminación al interior, tan adecuada para un edificio de carácter fabril».
«Protegido» oficialmente desde 2016
Castilla-La Mancha incluyó en 2016 el Laboratorio de los Ingleses en el catálogo de Bienes de Interés Patrimonial con la categoría de ‘Construcción de Interés Patrimonial’.
Pedro José Pradillo, técnico de Patrimonio del Ayuntamiento de Guadalajara, ya había publicado con anterioridad su trabajo titulado ‘El Laboratorio de los Ingleses en Guadalajara, 1786. Un caso de patrimonio industrial en peligro’, donde explicaba la gran importancia que alcanzó esta instalación, de la que tan poco queda.
Aun así, es lo escasísimo que permanece del que fuera entre 1719 y 1822 el complejo industrial de los Batanes de las Reales Fábricas de Paños de Guadalajara.
Por increíble que pueda parecer, fue el propio Ayuntamiento de Guadalajara el que, en 2014, ordenó su demolición en octubre de 2014. No se ha cumplido ese mandato municipal, pero la incuria de esta última década va haciendo su trabajo.
