GUADALAJARA, 8 (EUROPA PRESS)
La progresiva despoblación del medio rural de Guadalajara, del que se ha nutrido también de manera importante la Diócesis para sus nuevas vocaciones sacerdotales, se nota cada vez más en la falta de seminaristas, de ahí que la Iglesia en la provincia enfoque ahora sus esfuerzos en llegar a más jóvenes con el fin de evitar «no tocar fondo», ya que en la actualidad solo tienen tres aspirantes al sacerdocio que acabarán en 2023 pero desde hace cinco años no hay ninguna incorporación.
Precisamente, debido a la falta de vocaciones cerraba ya hace años el Seminario Mayor de Sigüenza y sus seminaristas pasaban a cursar sus estudios para el sacerdocio en la calle Salazares de la capital alcarreña; sin embargo, hoy apenas hay tres seminaristas y se da la particularidad de que los que quedan realizan su formación en Madrid porque «es importante que exista una convivencia rica» y allí están con otros, ha señalado a Europa Press el rector del Seminario Diocesano, José Luis Perucha.
«Quizá estemos tocando fondo, ojalá que no, pero estamos en un año clave», ha señalado este sacerdote, precisamente horas antes de la celebración del Día del Seminario, que este año, debido a la pandemia, se ha retrasado y coincidirá con la festividad de la Inmaculada este martes.
Para Perucha es evidente que la situación real es que estos tres seminaristas terminarán en dos años su formación y que la Diócesis necesita que entren nuevos sacerdotes al Seminario «para darle continuidad», una situación que hace dos décadas era a la inversa ya que de esta provincia salían seminaristas para otros puntos.
«Si en dos años no entrara ningún candidato, nos quedaríamos sin seminaristas», ha manifestado Perucha; de ahí que la Diócesis esté centrando ahora sus esfuerzos en trabajar en el tema vocacional con el fin de encontrar «chavales que quieran dar una continuidad al Seminario».
Está convencido de que la Diócesis está viviendo ahora la crisis vocacional que en otras diócesis de España se vivió en los años ochenta y noventa. Entonces, en el Seminario había «abundantes» vocaciones y cada año salían entre cuatro y cinco nuevos sacerdotes pero «ahora no hay gente, ni niños ni nada en muchos pueblos», ha indicado.
«De los pueblos ya no nos nutrimos y tenemos que buscar en las parroquias donde hay gente, que es el Corredor del Henares», ha dicho el rector del Seminario, reconociendo también una secularización mayor de la sociedad.
En todo caso, aunque el momento que se vive hoy «es más frío» desde el punto de vista religioso debido a que se atraviesa un cambio de época, Perucha ve el futuro «con esperanza» y cree que la Diócesis se mantendría bien con que salieran dos sacerdotes por año.
De momento, en la Diócesis Sigüenza-Guadalajara no hay falta de curas para atender las parroquias aunque no niega que es un reto el tener que llegar a más pueblos siendo menos párrocos, donde a menudo la misa es apenas para media decena de personas o menos.
Una realidad nueva que según Perucha ha obligado a muchos sacerdotes a turnarse para poder atender todos los pueblos, muchos de los cuales apenas tienen población en invierno pero sí en fiestas como el Día de la Inmaculada o en verano, que duplican o triplican la población.
La realidad actual también se marca por el hecho de que los nuevos sacerdotes jóvenes ya no son de 30 años sino de 40 para arriba, pero al contrario que otras profesiones, Perucha ha señalado que un cura «no se jubila nunca» aunque cuando llegan a la edad de 75 años ponen su cargo a disposición del obispo y es este el que, tras valorar caso por caso, decide si continúa en su cometido o «les invita, mientras tengan salud» a colaborar en tareas menos trabajosas.
En cuanto a la pandemia, según el rector del Seminario, también ha afectado a algunos sacerdotes que han perdido la vida, reconociendo igualmente el «parón» que la COVID-19 ha generado en una sociedad que «iba muy rápida» a la par que una «mayor creatividad», obligados por la situación como es el uso de medios telemáticos.
Para Perucha, esta nueva situación debe llevar a la sociedad a pensar que «todo es frágil y que hay que cuidarlo».