Hay partidos con poco dinero, porque son nuevos y aún no lo han ganado. Hay partidos sin un euro, porque de lo que en tiempos manejaron ya casi nada les queda. Hay partidos encantados de haberse conocido, iluminados por su mesianismo y el de la cuadrilla de altruistas amigos que les mueven las redes sociales. Hay partidos de todos los colores. Y todos los partidos han venido a coincidir en que la publicidad electoral ya no se paga, pues se siembra a voleo por Twitter o Facebook o porque la propaganda se manda como nota de prensa a los medios "tradicionales", por si cuela. Que suele colar siempre. Pero que aquí, en LA CRÓNICA, no cuela.
Comprobado empíricamente que en las pasadas elecciones generales no hubo ni una sola solicitud de ningún partido para incluir su publicidad de pago en este diario, ahora sólo quedaba hacer lo propio en las municipales, autonómicas y europeas, que es lo que nos ocupa hasta el 26 de mayo.
Entendido el mensaje, los lectores de este diario disfrutan de una despejada oferta informativa, libre de la publicación de los remitidos partidarios y partidistas. Con lo poco que valen las promesas de los políticos, tampoco es tanta la pérdida ni tanta será la inquietud ante el futuro que nos espera a los ciudadanos, sea cual sea el resultado. El prometer, ya se sabe, es solo hasta meter… el voto en la urna, no sean ustedes malpensados.
Aquí, claro, seguimos informando, de lo que entendemos relevante y a nuestro modo. Las entrevistas, con texto y vídeo, a todos los candidatos a alcalde de la capital, son prueba de ello. Y lo son las noticias de interés general que siguen leyendo en www.lacronica.net miles y miles de guadalajareños cada día, porque les gusta y porque les resulta de utilidad. Hacemos muy claro y por escrito la aclaración para que nadie piense que si omitimos la actividad de campaña es por pereza o por vagancia.
Si de aquí hasta la jornada de reflexión algún partido tiene interés por hacerse notar más, que lo pague, como publicidad. Esto vale lo mismo para el que vende promesas políticas como para el que promociona coches usados o bragueros ortopédicos, aunque se olvide muy a menudo el concepto, tanto por las administraciones como por las empresas. La publicidad no ofende, sobre todo si se la compara con las fuentes de financiación subterráneas y descontroladas que algunos acostumbran y que en esta casa nunca fueron costumbre.
Dicho queda, pues, para general conocimiento.