El agua caída, especialmente por la nieve de «Filomena», está ayudando a preparar una gran cosecha en el campo de la provincia de Guadalajara. Pero hay que rematar.
El campo este año, como se comprueba fácilmente, está ya casi en todo su esplendor con la llegada de la primavera. La cosecha en Guadalajara «viene bien» gracias a la humedad que han dejado las últimas nieves, aunque como recuerda el gerente de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Guadalajara (APAG), Antonio Torres, es mayo el que tiene la llave.
En todo caso, los agricultores ya están preparando las siembras del maíz; la del girasol será a finales de abril o primeros de mayo y los cereales de invierno han ido bien. El parón de «Filomena» retrasó algunas siembras por lo que puede ocurrir, en función de cómo pueda venir el mes de mayo, que lo que se sembró antes del temporal tenga cosecha y lo que se sembró después, no la tenga.
Más optimismo que preocupación
«Hay cierta incertidumbre», subraya el gerente de APAG, tras admitir igualmente un año «algo complicado» en el sentido de que la nieve conllevó que lo que se sembrara cerca de esta fecha haya tenido problemas pero, sin embargo, no ha pasado lo mismo ni con lo que se sembró antes ni lo que se sembró después, de ahí que los agricultores, en general, «estén animados», ha subrayado.
Un parón que, en todo caso, ha roto cierta continuidad y eso ha conllevado que ahora uno se puede encontrar con parcelas muy buenas frente a otras que se han helado e incluso otras que se han terminado de sembrar a finales de febrero. «Una situación muy atípica pero, en general, hay alegría», ha manifestado.
Y es que, además, en este sector, el año de pandemia no ha parado el trabajo del agricultor, que ha tenido que seguir trabajando porque «ha sido esencial» y porque «el ciclo de los cultivos no varía y los animales comen todos los días».
La contradicción quizá se ha dado en que, si bien han subido «bastante» los precios del cereal y del maíz y eso es bueno para los agricultores, no lo es para los ganaderos. Para Torres, lo «ideal» está siempre en el punto medio, concluye.