8.8 C
Guadalajara
6 marzo 2025
InicioViajesLa ciudad alemana de Colonia en dos momentos irrepetibles y mucho más

La ciudad alemana de Colonia en dos momentos irrepetibles y mucho más

La ciudad alemana de Colonia fue el escenario de dos milagros que hoy podemos recordar porque ocurrieron allí. Antes de ir, para visitarla.

-

Algo tiene que haber ahí fuera que nos impulsa a viajar y que, sobre todo, hace que merezca la pena el esfuerzo de salir por el mundo.

Dedicamos tiempo y dinero a conocer otros lugares porque, al final, son el escenario de experiencias inesperadas.

Eso pasa también con Colonia, la ciudad alemana de los Reyes Magos, de la catedral en pie pese a los siglos y las guerras… y el lugar de dos milagros que hoy podemos recordar porque ocurrieron allí.

El primero de ellos es, cronológicamente, el último. Se produjo el 24 de enero de 1975, cuando en España todavía un pequeño dictador saludaba a los más fieles desde la Plaza de Oriente.

Fue ese día y no otro cuando un músico cansado, dolorido, agotado por una gira imposible y empachado por una cena inesperadamente rápida se dirigió al Opera House de Colonia para un concierto que había organizado una casi niña de apenas 17 años, sin un piano que mereciera tal nombre, demasiado desafinado, al filo de la medianoche.

Dicen que 1.432 espectadores llenaron, pese a todo, el aforo. Muchos de los testigos de ese torrente de improvisación de Keith Jarret lloraron. Hoy es difícil no hacerlo mientras se escucha la grabación de The Köln Concert, un monumento intemporal al jazz, a la música, a la belleza y al arte.

Han pasado ya 50 años y el estremecimiento permanece.

Eso ocurrió en Colonia, la misma ciudad que dos siglos antes había dado nombre al suave perfume.

El otro milagro ocurrió el 6 de marzo de 1945, aunque nos devuelve a la épica militar de las Termópilas. La casualidad quiso que en esos últimos días de la II Guerra Mundial hasta algún camarógrafo de Estados Unidos estuviera presente en la batalla librada por un Panther alemán y dos carros de combate norteamericanos a escasos metros de la catedral. Quien repase la documentación de lo ocurrido comprobará que el espíritu de las justas medievales aún seguía vivo entre los muertos de aquel día. ¿Sirvió para algo? Al menos, para emocionar con su recuerdo.

Mejor si revives todo esto mientras sigues oyendo a Keith Jarret en su pelea más ardiente con el teclado del piano, como hago en estos momentos, mientras escribo.

A partir de ahí, es posible recomendar al viajero asomarse a Colonia y sus muchos atractivos:

  • La Catedral
  • El Museo del Chocolate
  • El Ayuntamiento
  • San Martín
  • La Ciudad subterránea

De eso y más se detallan consejos en la web de la oficina de turismo de Colonia, lo cual nos excusa de intentar hacerlo nosotros. Allí también sostienen que «Colonia es sentimiento». Habrá que asumir que eso también es verdad.

Lo seguro es que esta ciudad, como tantas en Alemania y en cualquier otro país, es el entorno adecuado para vivir por nosotros mismos nuestras propias experiencias.

Nuestros pequeños milagros, quizá no tan grandes como los que aquí hemos evocado, pero no menos importantes.

Oficina de Turismo de Colonia. (Foto: Christoph Seelbach)

Más propuestas de LA CRÓNICA para viajar a Alemania: