Fue el jueves de Ferias, un 14 de septiembre de 2023 que pasará a los pequeños anales del coso de Las Cruces como la acción más notoria de antitaurinos contra las corridas de toros, dentro del ruedo.
Dos activistas esperaron pacientemente en los tendidos de sol a que José María Manzanares, que abría plaza esa tarde, estoqueara al primer astado y a que el puntillero lo finiquitara. Fue entonces cuando saltaron, como hacían los antiguos espontáneos. A diferencia de aquellos, no lucían muleta, puesto que no había toro al que enfrentarse y tampoco tenían el rumbo muy claro. A los pocos segundos, todo se limitó a una errático y acelerado deambular por la arena, perseguidos por areneros y subalternos, hasta que encontraron más tranquilidad en el callejón, entre los escasos policías presentes.
Según ha podido confirmar LA CRÓNICA, el activista más veterano no opuso resistencia alguna a los agentes de la autoridad, que le tomaron filiación para abrirle el enésimo expediente por altercado cometido en un espectáculo público, como viene haciendo desde hace años por toda España. A sus 37, Peter Janssen es bien conocido e identificable en situaciones como esta.
Aquella misma tarde, desde Guadalajara Antitaurina se hacían eco, en su cuenta de Twitter, de esta acción, vídeo y comentario incluidos:
De modo más accidentado que para Janssen terminó la historia para el que era su correligionario en esta ocasión, que aprovechó sus redes sociales para quejarse del trato recibido de los agentes, que incluiría una «muñeca reventada por los grilletes» y su extrañeza por la denuncia presentada contra él por la Policía Nacional:
Tan intensa fue su actividad epistolar en los días siguientes al episodio de Guadalajara que Instagram terminó cerrándole la cuenta, presumiblemente de forma automática.
De acuerdo con con los datos disponibles, no se habría presentado denuncia alguna contra los agentes. Fuentes próximas a la Comisaría resaltaban la diferente actitud de ambos activistas, contraponiendo la tranquilidad de Janssen con la agitación de esta otra persona, que habría hecho frente a los agentes que le custodiaron en la plaza.
Un suceso que salta de nuevo a la prensa nacional
Mientras que en las crónicas y reseñas de aquel festejo se omitió de manera reiterada el incidente, con lo que evitaban darle publicidad, sí que ha servido para que, en cambio, algún periodistas con reconocida afición por la tauromaquia lo tomen como argumento de uno de sus artículos. Es el caso de Chapu Apaolaza, en «La Razón».
En su artículo recuerda «la carrera que se pegaron dos antitaurinos por el ruedo de Guadalajara y la manera en que fintaban entre capotes y rastrillos de areneros con el toro ya muerto, que es un ejercicio más recomendable que cuando se hace con el toro vivo. Van desnudos de torso para arriba pues el activismo ha asimilado que en pelotas se tiene más razón que vestido. Desde el tendido les arrojan insultos y cerveza, y esto les sorprende, pues esperaban ser recibidos como Joselito El Gallo resucitado».
«Sobre el ruedo ultrajado también se dibuja el debate de si en este país, cualquiera que vea excedida su sensibilidad o su creencia en algo puede irrumpir en una plaza, en un teatro, en una galería de arte o en un cine para detener por la fuerza una manifestación artística y tratar a sus espectadores de pervertidos, de enfermos, desviados y guarros, al fin y al cabo. Se trata de si celebrando como héroes a estos censores, pronto los tendremos corriendo por teatros y festivales de cine, pero también entrando por la fuerza en carnicerías y restaurantes, llamando enfermos a los comensales y arrojando contra las paredes de los salones los platos de espaguetis boloñesa de los niños», aventura Apaolaza, entre otras disquisiciones.