Quienes defienden que el Fuerte de San Francisco se convierta en una “Ciudad del cine” argumentan que, de no hacerse así, la “Ciudad” se iría a otro municipio de la región, dando a entender tanto que no hay otras posibilidades en Guadalajara distintas del Fuerte, como que en otras localidades hay otros “Fuertes” igual de demandados para los rodajes por las productoras, de los que, por cierto, nunca nos han hablado.
La ubicación en otro municipio, según ellos, también pondría en peligro una oportunidad de negocio para nuestra ciudad. Sin embargo, por el momento no hemos visto datos referentes a las cifras que prevén para ese negocio, ni una explicación seria de la estricta necesidad de que sea en el Fuerte donde se haga, como si no hubiera otros sitios.
Personalmente, creo que lo que verdaderamente se pone en peligro con la decisión de llevar la Ciudad del Cine al Fuerte es el desarrollo de equipamientos culturales de los que Guadalajara está muy necesitada, y que iban a hacerse -al menos en parte- en el Fuerte, para lo que ya había un consenso previo, detallado en un PSI aprobado en enero de 2010, y que ahora parece haberse olvidado.
Según el censo de población de enero de 2022, Guadalajara contaba con 87.452 habitantes, más que Toledo o que Talavera, y por supuesto más que Ciudad Real o Cuenca, dato que puede utilizarse para comparar los equipamientos culturales de todas ellas y ver en qué lugar quedamos.
La reciente sugerencia del delegado de la Junta de hacer la biblioteca, de nueva planta, en otro lugar, es muy diferente a la propuesta de rehabilitar la Nave de Forja, un interesante y singular edificio, lleno de luz, en el que se había previsto incluso exponer la maquinaria que contiene, manteniendo así un patrimonio industrial de la ciudad en el lugar en que fue usado, para el disfrute de todos.
Tanto la biblioteca como las escuelas municipales y, por qué no, el palacio de exposiciones y congresos que la ciudad necesita o la casa de cultura que tampoco tenemos, darían vida a esta parte de la ciudad, mientras que ubicar la Ciudad del Cine no aportaría nada al vecindario, quizá solo atascos de tráfico en una zona que, curiosamente, ha quedado fuera del PERIM anunciado el pasado mes de enero y también de la zona de bajas emisiones a pesar de estar prácticamente en el centro de la ciudad.
Es cierto que la construcción o habilitación de equipamientos culturales es obligación de los municipios, y no de la Junta de Comunidades, pero también lo es que el consenso existente sobre el destino cultural del Fuerte contaba con la obligación de la Junta, impuesta judicialmente, de rehabilitar el conjunto. Y es el municipio quien tiene que decidir cómo hacerlo.
Al poner la Junta los fondos europeos al servicio de la industria del cine en el Fuerte, ya habría cumplido su obligación legal de rehabilitarlo, lo que a mi entender constituye el objetivo no declarado de esta aparentemente imprescindible necesidad de hacer unos estudios de cine allí.
Han pasado unos meses desde el anuncio previo, en marzo pasado, y este está siendo un año agitado, con dos procesos electorales de por medio y una situación política difícil que satura los titulares. A pesar de ello, creo que el destino del Fuerte merece una reflexión detenida por parte de la corporación municipal, la ciudadanía y los agentes del sector cultural, pues el Fuerte es de todos. Ojalá lo veamos.