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17 noviembre 2024
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JOSÉ LUIS HERAS CELEMÍN / Urnas y runas en Cataluña

Habrá que estar atentos al ruido de una piedra (o grupo político) que roza con otra, u otras. Para leer runas, o echar runas. En Cataluña.

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¡Sursum Corda! Arriba corazones. Y el ánimo. Sin miedo a recuentos electorales, ni a nada. Pero con un ojo al resultado de las urnas catalanas y otro en las runas, tras las elecciones y en pandemia, como método de adivinación de piedras con símbolos, para responder a preguntas sobre presentes y futuros. Runas, cachivaches de druidas antiguos, usadas por los brujos electorales en la democracia de hoy. Pueden usarse para avivar el ánimo, en Cataluña y en el resto de España, con los hados rúnicos que hay que ver y prever.

Runas, del término nórdico ‘rún’, relacionado con misterios y secretos. Semeja el ruido de una piedra que roza con otra (rún-rún-rún). Leer runas, conocido también como echar runas, es una herramienta de adivinación que usa piedras con símbolos para responder a preguntas sobre el pasado, presente o futuro. Las piedras rúnicas también ayudan a enfrentar un problema o asunto. Para usarlas, dicen, conviene preparar el ambiente, echarlas al buen tuntún y como caigan, ver la situación y colocación de las piedras al caer, valorar la grafía y letras de sus símbolos, y tratar de interpretar lo que puedan sugerir.

Conocido el resultado de las elecciones catalanas, las urnas presentan lo que aventuraban las encuestas. En el tapete están los votos que conviene conocer, y apuntar. Para tratar de interpretar qué dicen, entre el marasmo de secretos y misterios poselectorales que conocemos, anotémoslos. Siguiendo un orden, de mayor a menor, añadiendo, sólo y con un guión, los símbolos con forma de guarismos. Como principio, runas en el tapete. Son los partidos políticos que fueron a las elecciones catalanas con los votos conseguidos: PSC- 33. ERC-33. JxCAT-32. Vox-11. CUP-9. ECP-8. C’s-6. PP-3.

Es la situación de las piedras al caer. Junto a ella, unas abstracciones sobre el ambiente: Búsqueda del presidente, Pedro Sánchez, de exclusión de alternativas (de derechas, izquierdas, externas, internas o mediopensionistas) para su gobierno de coalición con Unidas-Podemos. Liberación a España del riesgo de un ministro de Sanidad como Illa, candidato PSC a la Generalitat, en favor o daño para Cataluña, según pasión y sentimientos. Galimatías y enredos de partidos locales, a pachas a veces y a palos casi siempre, en las jerigonzas provincianas que buscan y con las que se nutren. Parapeto antisocialista de independentistas frente a la unidad de España en manos sociocomunistas. Errores del PP, a falta de hervores y capacidad en su dirección. Muestra de razones (y puerta) para Ciudadanos, trapicheando ahora en regates con el socialismo y cobarde otrora, cuando como primera fuerza catalana pudo ofertar y se arredró. Apunte a Vox, entre los cepos y zancadillas de la izquierda con medios y métodos de comunicación adversos.

A partir de ahí, con el escrutinio electoral y frente al posible Gobierno Autonómico de Cataluña, toca señalar posibilidades para conseguir los 68 votos que propician un gobierno elegido por 135 miembros:

83 votos de un gobierno con las izquierdas catalanas, presidido por quién acuerden con PSC (33), ERC (33), ECP (8) y Cup (9).

75 votos de un gobierno con las izquierdas catalanas seleccionadas, presidido por quién acuerden con la versión 1 de PSC (33), ERC (33) y Cup (9).

74 votos de un gobierno con las izquierdas catalanas seleccionadas, presidido por quién acuerden con la versión 2 de PSC (33), ERC (33) y ECP-8.

74 votos en un gobierno de independentistas, presidido por quien acuerden, con ERC (33), JxCAT (32) y CUP (9).

70 votos en un gobierno presidido por Illa (33), con el afín a Unidas Podemos ECP (8), unidos a los constitucionalistas Vox (11), C’s (6) y PP (3), y la suma supuestamente imposible de la antisistema CUP (9).

Superior a 68 votos, presidido por quién acuerden con algunas de las composiciones que permite la aritmética.

Las anteriores, con el resultado electoral, son las opciones posibles para lograr un Gobierno en Cataluña. Hay que añadir las variantes que puedan aparecer en función de presidencias (completa-dividida), vicepresidencias para repartos de poder y dinero; y los cambalaches entre grupos con políticos de condición tan avispada como la que hay (¿?). Además, cabe apuntar el desacuerdo entre todos que forzaría otra convocatoria electoral y la repetición de las elecciones catalanas.

Por ello, para enrolarse en el grupo que busca respuestas sobre el próximo gobierno de Cataluña, puede ser oportuno acudir al anacronismo, por lo visto no extemporáneo, de las runas, unos cachivaches de druidas antiguos, usados por los brujos electorales en la democracia de hoy. Como pueden usarse para avivar el ánimo, en Cataluña y en el resto de España, con los hados rúnicos que hay que ver y prever, habrá que estar atentos al ruido (rún-rún-rún), de una piedra (o grupo político) que roza con otra, u otras. Para leer runas, o echar runas.  


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