‘A empinar chiringas’ es una locución verbal cubana que equivale a despedir o mandar a paseo. Es una expresión caribeña curiosa. Incluso simpática. Define un hecho simple: Despedido, mandado a paseo. Aquí podría traducirse por ‘a hacer puñetas’, utilizado para deshacerse de alguien que molesta. Pero, por suavizar, evitemos las puñetas, que parece tienen su origen en el Siglo XIX con el significado de ‘vete a la cárcel’, y quedémonos con las chiringas. Es suave, pero contundente.
No era necesario usar la jornada de reflexión para ver qué hacer con los votos en las elecciones a la Comunidad de Madrid del 4-M. Con ellos decididos y vistas las encuestas, interesaba el resultado electoral. Por una parte, los ganadores; por otra, los no ganadores o perdedores. Como de los primeros se ocupan todos, cada uno como quiere, le interesa o puede, había que fijar la atención en los últimos. Sin mandarlos a empinar chiringas, de momento. Pero, atrevidos, entrando en el proceloso mundo de los ‘supuestos’, que aventuraban las encuestas y confirmarían las urnas al abrirse:
Descensos considerables de PSOE, Unidas-Podemos y Ciudadanos. Batacazo de Gabilondo, Iglesias y Bal, cada uno en su sitio y con sus huestes. Y bofetada amplia, monumental y ampliada, en los mofletes de los líderes nacionales a los que estas elecciones han mostrado la puerta de salida: Pedro Sánchez, como Secretario General del PSOE y presidente de un Gobierno de Coalición en un declive evidente que no admite, ya, el disimulo con las tretas y martingalas de quien usa y abusa del poder. Pablo Iglesias, prototipo de Podemos, formación que ilusionó en sus comienzos, hoy residuo pijo-progre anacrónico de lo que pudo ser útil e importante y no fue. E Inés Arrimadas, sustituta de Albert Rivera, continuadora y destructora del proyecto de los Ciudadanos gerundenses que se arredraron en la Generalitat de Cataluña, desestabilizaron el gobierno de Rajoy, malgastaron la financiación del lobby que les financió, y zascandilearon entre la socialdemocracia añeja del pasado y un liberalismo de nuevo cuño no entendido, ni explicado.
Al abrir las urnas, los resultados. A tener en cuenta con un 99,76 % escrutado: PP, 65 escaños. Más Madrid, 24, PSOE, 24. Vox, 13. Unidas Podemos, 10. Y Ciudadanos 0. Un PP, con 65 escaños y un apoyo superior a los 58 asientos conseguidos por la izquierda madrileña.
Como origen, las elecciones autonómicas madrileñas que decidió Díaz Ayuso ante la posibilidad del pacto PSOE-Unidas Podemos-Ciudadanos, visto en Murcia y Castilla y León. Comunismo-Socialismo, como amenaza de la izquierda, o Libertad para todos. Isabel Díaz Ayuso dio la iniciativa al pueblo y convocó elecciones. Al empezar la campaña, aparecieron unas sombras de fascismo preocupantes. Anunciadas en Vox por PSOE, U-P y Más Madrid. Y ocultas entre ellos, en una izquierda excluyente en versión fascista. “No son las elecciones, lo que está en peligro, es la democracia” proclamaba Gabilondo con el coro de Pablo Iglesias y Mónica García, líderes de U-P y Más Madrid.
Vistos los resultados electorales, éste es el momento para que todos, izquierda, centro y derecha, atendamos el aviso. La democracia puede estar en peligro. Puede estarlo. Pero sólo si los demócratas renunciamos a los dos principios principales del sistema: Decide la mayoría que aceptamos todos. Y obedecen, se apartan y en su caso retiran, los rechazados en las urnas.
En consecuencia, por ineficacia y porque no son útiles, conviene apartar a los relegados. Aparecerán, es posible, puertas giratorias, cuarteles de estío e invierno para retiros subvencionados, planes B con gabelas y pesebres para algunos, el conjunto de chiringos y chiringuitos de los que se nutren los fondos de servicios y reptiles partidistas y, también, las poltronas remuneradas en organismos privados y públicos; o la que como ejemplo, también es oportuna, apuntaba el diario ABC para Pablo Iglesias, cerca de Jaume Roures, por compensación por lo hecho o como inversión para el futuro.
Dispuesto el nuevo orden de cosas y asumido el resultado de las urnas, parece oportuno afianzar y reforzar el sistema desde las instituciones del Estado: Repasando el pasado. Calibrando la responsabilidad de los que han asumido obligaciones públicas. Y evaluando el servicio de todos y cada uno en los órganos de Gobierno, sean estos los que sean, o en la Oposición que debe controlarlos.
Justicia. Para todos y administrada por el Estado. Hoy, tras conocer los resultados electorales, puede valer con recordar la locución caribeña y esperar que la justicia haga su trabajo. Pablo Iglesias se va, dice, por no ser útil. Pedro Sánchez, rechazado y castigado, se mantiene en el Gobierno de España con las dificultades conocidas (por sus socios) y las desconocidas que van a influir en España y condicionar su gobierno. E Inés Arrimadas, sonada, ha de decidir qué puede hacer o debe ser en Ciudadanos, dirigiéndolo o saliendo de él.
En plena vorágine electoral, con la pandemia entre todos y la esperanza a flor de piel, no es oportuno quitar hierro al asunto. Basta con suavizar el tono. Hay una expresión dura y radical con acento caribeño: Sánchez, Iglesias y Arrimadas, ¡a empinar chiringas!
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