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21 noviembre 2024
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JOSÉ LUIS HERAS CELEMÍN / Ruidos políticos en el cielo

No parece descabellado entender que lo ocurrido en El País pueda ser algo más: Acaso la muestra que alerta de Ruidos Políticos en el Cielo.

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Ruidos sin estruendo, nítidos. Buscando el origen de esos ruidos, apareció un fenómeno usado por la Nasa, ‘cielomoto’. Aún no ha llegado al diccionario, pero la Nasa define así al ‘Terremoto en el cielo producido por el choque entre corrientes de aire a distinta temperatura’. Expertos en astrofísica dicen que los ruidos en el cielo se perciben mejor cuando hay silencio.

Es posible que el confinamiento silencioso, al que ha estado sometida la sociedad, haya agudizado los sentidos para percibir unos ruidos políticos que estaban como en sordina pero que ahora notamos todos. Hasta ahora y con una situación política como la pasada, los Ruidos Políticos, que pudieran existir, estaban distraídos con el devenir diario que ha ido entreteniendo a todos: Desequilibrio primero, el que impulsó Albert Rivera, vaya usted a saber por qué causa, para debilitar al Gobierno del PP. Vacilaciones de Mariano Rajoy, con las estructuras del Estado frente a quienes anteponían sus intereses a los generales, independentistas catalanes y vascos principalmente, aunque no solo. Crisis PSOE, con expulsión y periplo de Pedro Sánchez hasta liderar el partido. Momentos de indefinición socialista, acomodándose a diestra, siniestra y con quien se pusiera a tiro, incluso con los que ponían en solfa las cuadernas del Estado del Derecho. Moción de Censura triunfante, con efectos conocidos y una jugada política no bien explicada, ni entendida. Y pandemia, el mayor problema para el Estado, con un Gobierno de Coalición con carencias y más improvisaciones y rectificaciones que certezas.

Ahora, a punto de acabar el muy prolongado estado de Alarma, que, previsto por la Constitución, ha usado (y puede que abusado) el gobierno para su propio beneficio, los ruidos suenan claros. Es momento ya de prescindir de distracciones y fijarse en lo que importa. Cielomoto, sí. Como fricciones de corrientes de aire a distinta temperatura, pero con algo más tajante y acuciante: El encuentro fatídico entre la realidad, que está a la vuelta de la esquina y que nos afecta a todos (Crisis sanitaria, económica y social), con el cúmulo de ficciones que han ido entretenido a todos, los que jugaban a lo suyo (intereses personales, de partido, grupo, e incluso ideologías varias), y los que han estado al margen sin saber de juegos ni a qué jugar.

Acabado el ruido del confinamiento, se multiplican los Ruidos en el Cielo. Porque, mientras el Gobierno anda a lo que anda, en el mejor de los casos tratando de lograr una coalición útil entre ellos, las necesidades del país están ahí. Pendientes, porque lo hecho hasta ahora puede tratar de alimentar egos pero no encaran la realidad ni le hacen frente. Pendientes, sin medidas contra las crisis que están ahí. En su defecto, el Ejecutivo, si lo tiene, no ha expuesto un programa que sea creíble y pueda ilusionar. Solo una mirada a un maná europeo, con exigencia de apoyos, de todos y sin condiciones, para reclamar a Europa, aunque sin decir que se solicita, cómo se han calculado las ayudas, y cómo devolver lo que se consiga.

Por eso, hay ruidos políticos en el cielo. Con los ministerios que habían de estar a frente callados (Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación; Hacienda; Asuntos Económicos y Transformación Digital; Trabajo y Economía Social; Industria, Comercio y Turismo; y otros), el Gobierno parece no haber empuñado la batuta ni saber qué hacer. Por eso, no en su lugar ni tampoco al margen, cada uno hace lo que puede: Los empresarios, por su cuenta, tratan de buscar salidas (las reuniones y pretensiones están al aire y en boca de todos). Los sindicatos, dóciles con el gobierno y sin las ideas y liderazgos del pasado, están atentos a lo que salga, con un ojo en los Autónomos y Pymes y otro en las empresas. Los funcionarios y clases medias, temiendo ser los primeros perjudicados por la crisis, intentan mantener unos ahorros que puedan hacer más llevadero lo que se avecina. La juventud, sin esperanza de trabajo, ve cómo merma un empuje que se le escapa. Y los jubilados, sin capacidad de reacción, apuran ahorros para un futuro incierto.

Los Ruidos en el Cielo apuntan a miedo; en todos los ámbitos y edades. Si, miedo. Miedo a un gobierno, que, tras dos años en el poder, tiene como esperanza única los créditos europeos (a devolver según como resulte, si se puede, o bajo el dictado de Bruselas) mientras, olvidando cualquier tipo de iniciativas productivas, usan el ahorro de todos y la reserva nacional en una renta mínima para alimentar a los que puedan pasan hambre.

El ruido en el cielo, ademas de miedo, produce algo más. El intento de los medios de comunicación de salir del grupo que ha dado cobertura a lo pasado: Los que han propiciado un PSOE como el actual. El encumbramiento del apéndice gubernamental de Unidas-Podemos. La consideración a los independentistas que arañaron poder al Estado. Y el deterioro de convicciones a cambio de beneficios por motivos diversos y en distintas ocasiones.

Como aldabonazo, pueden ser motivo de atención, incluso de esperanza, lo ocurrido hace unas horas: La cabecera del diario El País, para encarar el futuro, ha cesado a su directora (que sustituyó el apoyo a Rajoy – motivos debió de haber entonces – por el de Pedro Sánchez). El movimiento puede ser propio en una empresa periodística. Pero, dada la entidad del periódico, el reparto y propiedad del accionariado que soporta su cuenta de resultados y hace posible su continuidad, y, sobre todo, la situación nacional, no parece descabellado entender que lo ocurrido en El País pueda ser algo más: Acaso la muestra que alerta de Ruidos Políticos en el Cielo.

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