“Tratábamos de frenar discursos de exclusión”, decía en el desayuno virtual de Nueva Economía Fórum, el candidato socialista para presidir la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) Ángel Gabilondo. Hablaba con la prudencia, tono y la unción que suele, pero o no se dio cuenta de cómo componía su disertación y deducciones (las que hizo y las que deducen de ellas), o se enredó en un discurso, impropio en el catedrático en Filosofía que es. Con ello destrozó la campaña electoral preparada por el PSOE y lo metió, con toda la izquierda que concurre a las elecciones madrileñas, en la corporación fascista que decía combatir.
Como descargo, los vaivenes a los que el PSOE y el tándem Redondo-Iglesias han sometido al filósofo: Postura al centro para recolectar votos huidos de Ciudadanos. Giro a la izquierda radical para hacer frente común contra Ayuso. Viraje contra su partido a costa de la subida de impuestos. Rechazo a Iglesias (“con este Iglesias no”) que termina en lo contrario (“Pablo, tenemos doce días”). Hasta acabar en lo de ayer: El fascismo de la izquierda (en el que mete al PSOE, al menos el de Pedro Sánchez) que en democracia no admite posturas distintas a las suyas y se decanta por la exclusión propia del fascismo.
Podría ser momento de hacer leña. No la haré, porque lo que denuncia Gabilondo es grave y conviene aprovechar lo que señala. “La democracia está amenazada”, dice. Aunque no estemos de acuerdo con su apreciación, no está de más entrar en ella. Hagámoslo usando lo aparecido en el desayuno virtual de Nueva Economía Fórum (puede verse en You tube): Había puesto el asunto en suerte el moderador José Luis Rodríguez. “No sólo es Madrid, es la democracia”, empezó Gabilondo su discurso de exclusión. Suceso en La Ser, no a cuenta de las balas que llegaron a Marlaska, Iglesias y la directora de la Guardia Civil, sino a la forma de condenarlas por Monasterio, la candidata de VOX. Hechos que marcan la campaña: Colas del hambre, menas y amenazas de muerte.“Tratábamos de frenar discursos de exclusión”, “Quiero decir con toda claridad que desde el partido socialista hacemos un cordón sanitario a Vox. Es una amenaza para la democracia plantear las cosas de esa manera como lo hace, y nos parece que todos los demócratas debemos hacer ese cordón sanitario para evitar que tengan más poder en los gobiernos…, muy específicamente en el gobierno de Madrid. Vamos a hacer un cordón para que Vox no entre en ningún gobierno”.
Siguieron las preguntas, con interés variado, hasta que, con pregunta de Fernando Jáuregui, volvió el tema principal. Divagó Gabilondo, lo vio José Luis Rodríguez, y, periodista de raza, presento la pregunta de Pedro Luis Merayo “¿…de verdad cree usted que la democracia está en peligro en España?”. Contestó: “Si me pregunta si la democracia esta en peligro, ya he dicho que está amenazada, hay una amenaza…Tomo partido frente a la confrontación. Y por eso señalo que es imprescindible decir que hay una amenaza por la democracia en este momento. La ultraderecha a mí me parece que amenaza”.
“Tratábamos de frenar discursos de exclusión”, había dicho Gabilondo, en contra de la exclusión que, según él, pretendía Rocío Monasterio para sacar a Pablo Iglesias del debate en la Ser, acaso también de la actividad política nacional. Desde la perspectiva de un demócrata, es evidente: Pablo Iglesias tiene derecho y puede hacer la actividad política que decida sin exclusiones ni cordones sanitarios de nadie; nadie tiene capacidad racional ni legal para, en democracia, excluirle. Sólo la Ley. Lo contrario es propio del fascismo. Se puede aceptar lo que dice, confrontar ideas con él, rebatir sus argumentos e incluso creer o no creer las razones que diga y los hechos que cuente, sean reales, falsos, veraces o inventados.
La democracia es participar confrontando ideas, propuestas y opciones dentro de los límites de la Ley, en nuestro caso amparados por la Constitución. Pero todos, desde la extrema izquierda a la derecha extrema pasando por todas ideologías. TODOS, incluidos Iglesias y Monasterio.
La democracia está amenazada, estima Gabilondo. Puede ser. Pero la amenaza es el miedo a la libertad que es propio de los no demócratas. Entre ellos, la corporación fascista excluyente en la que, él sabrá por qué, ayer incluyó a toda la izquierda que se presenta a las elecciones en Madrid.
¿Balas en campaña, fascismo y alarmas Gabilondo? Están. También hay demócratas, incluido él.
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