España no se entiende sin los bares. Dicen las estadísticas que este es el país con más bares por habitante del mundo: tocamos a uno por cada 175 españoles. Cuando llegó la pandemia, en España había nada menos que 277.539 bares, uno por cada esquina y en los cuatro puntos cardinales. El problema para el pueblo alcarreño de Irueste es que ellos no tenían ninguno. Hasta ahora.
El alcalde de Irueste, Pedro del Olmo, dijo su peculiar ¡basta! hace tres meses y se puso en marcha para localizar a alguna persona o familia que quisieran gestionar para el bar municipal. La búsqueda ha llegado a buen puerto, puesto que desde principios de febrero desde ya hay una pareja, en la cincuentena pero sobradamente emprendedores, que han dejado Tarragona para afincarse aquí.
Para llegar a Irueste desde la capital de la provincia, el navegador aconseja enfilar por la N-320 hasta Armuña de Tajuña y , desde allí, coger la GU-932 hacia Romanes y, justo después, ya estaremos en Irueste. Es media hora de camino para 36 kilómetros de distancia.
Quienes no suelen hacer ese trayecto son los 40 vecinos que tiene el pueblo en invierno, muchos menos que los que llenan las casas durante el verano.
Quien mantenía el bar abierto se jubiló y llegó el problema, por ser este el lugar de reunión y de referencia para los vecinos. Los pocos que hay, a la espera de los veraneantes. El pueblo empezó el siglo XX con 331 empadronados, pero la emigración a las ciudades terminó por hacer estragos. En Irueste, la última vez que se superó el centenar de vecinos fue en 1981.
Con todo y con eso, lo que parecía imposible empecé a dejar de parecer un milagro gracias al eco encontrado en periódicos como LA CRÓNICA: más 4.000 correos electrónicos llegaron a la dirección de e-mail del Ayuntamiento, atendiendo a la oferta planta por el alcalde. A cambio de este trabajo se ofrecía, y en esas condiciones estará la pareja recién llegada, pagar una cantidad simbólica por el alquiler del bar de 10 euros al mes, el 30% del consumo de luz en invierno y el 40% en verano; y disponer, además, de vivienda gratis.
El alcalde, satisfecho
«Hemos recibido correos de casi todas las partes del mundo. Yo creo que algunos han confundido Guadalajara de México con Guadalajara de España», remarca riéndose Del Olmo, señalando que entre los correos había muchos de países de Latinoamérica, pero también de las islas o de Portugal, y que incluso algunos se habían acercado hasta el pueblo.
«Otros solo querían tener un sitio donde cobijarse y eso es porque hay mucha necesidad en este país», subraya también Del Olmo. No obstante, la pareja que lleva el bar desde principios de febrero parece estar contenta y para sus vecinos es «un aliciente», ya que abre de 12.00 a 16.00 horas y de 20.00 a 22.00 horas, normalmente.
Mientras han estado sin tabernero, eran los propios vecinos los que lo abrían un rato por las tardes y en fines de semana, para poder reunirse y charlar.
Aunque sigue siendo un gasto importante para el Ayuntamiento, Del Olmo cree que es una necesidad si se quiere que los pueblos sigan con vida. «Es el único sitio de charla con alguien y donde ver gente en invierno», abunda el alcalde.
Del Olmo reconoce que en invierno no sacarán mucho, pero «por eso se les subvenciona todo», y asegura que la cosa cambia en verano o en temporada de caza, ya que va más gente a la zona y piden comer en el bar. «Necesitaban a alguien que tuvieran ganas de estar aquí y creo que puede funcionar», declara el regidor de este municipio.