Llenazo de nuevo en la plaza de toros de Guadalajara, donde más de media hora antes del inicio del encierro ya no se cabía. En el recorrido, mientras, sin lluvia y con mucho público, los numerosos corredores pudieron aprovechar los toros de Ángel Sánchez, con pitones despuntados para rejoneo.
Fue el más largo de los tres celebrados en las cuatro fechas señaladas, después de que el segundo se suspendiera por la lluvia. Y no fue largo por incidencias en La Carrera o en cualquier otro punto, sino por los esfuerzos necesarios para que el último de los murubes entrara a toriles, empeñado en no abandonar el ruedo, ni sin cabestros ni sin ellos. Más de 17 minutos, 17.32 exactamente, requirió la operación.
Ya había hecho el encierro por su cuenta ese toro, siempre por detrás y en solitario, a metros del resto y azuzado por los pastores. Así las cosas, ni se enteró del atasco que se vivió durante unos largos segundos poco después de la embocadura de toriles, con cabestros y toros intentando pasar a la vez por el angosto pasillo. Pasaba el tiempo y cuando ya iban 12 minutos, amagó con consentir entrar pero, otra vez detrás de los cabestros y volvió grupas. Hasta que un cuarto de hora después de pisar la arena, consintió, para que todo acabara.