Guadalajara, como muchas otras ciudades, no es ajena a la situación global de discriminación que a día de hoy sigue existiendo en España por la orientación sexual e identidad o expresión de género de las personas. Aunque es innegable que vivimos en un país y en una ciudad que han avanzado considerablemente en los derechos humanos relacionados en esta materia, es preocupante la aparición de formaciones políticas, grupos de presión o corrientes ideológicas que promueven la intolerancia o la falsa tolerancia y, por tanto, la inestabilidad social.
Este 17 de mayo se cumplen 30 años desde que la homosexualidad fue eliminada de la lista de enfermedades mentales por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero aún así, a día de hoy, a tan sólo quince minutos en coche de Guadalajara, existen organizaciones que “plantean” terapias de reconversión, como si fuera una enfermedad mental a tratar todavía. Por eso desde nuestra ciudad tenemos que mantener el compromiso de lucha contra cualquier tipo de discriminación, y en concreto en contra de la homofobia, transfobia, y en general cualquier clase de LGTBIfobia.
Por ello es fundamental mantener una agenda con medidas claras que apuesten por la lucha contra la LGTBIfobia como mejor manera de garantizar los derechos humanos en esta materia y trabajar para que significarse con los mismos pueda ser una cuestión de dignidad. Esta debe ser una de las grandes obligaciones del conjunto de las administraciones públicas, también de los presupuestos.
Según los datos del proyecto europeo “Avanzando en la gestión de la diversidad LGBT en el sector público y privado”, que acaba de salir esta semana, el 52% de la población que se declaran LGTBI, por miedo a la discriminación, no es visible o no habla de su vida personal en el entorno de trabajo o sólo lo hace con determinadas personas, o incluso sólo el 55% de las personas LGTBI que tienen hijos o hijas se siente cómodo hablando de ello.
Hoy en día, miles de personas se siguen enfrentando a toda clase de bromas, comentarios o rumores acerca de su condición o identidad. Es una situación dolorosa para quien la sufre e invisible o desapercibida para la población en general. Y es esa falta de respaldo la que hace que la población LGTBI padezca cierto desapego hacia determinados ámbitos tanto de la vida pública como de la privada.
Los derechos civiles y sociales no son algo establecido en el tiempo para siempre, como hoy en día es fácil de comprobar. Si escogiésemos una metáfora, serían la bicicleta que no se queda estática cuando dejamos de pedalear sino que cae por completo. Por eso es muy importante que sigamos pedaleando para que no dejemos de avanzar y esto significa que las administraciones deben combatir el odio y la intolerancia y hacer sentir su cercanía en quienes los han sufrido o los sufren. Eso haremos desde el Ayuntamiento de Guadalajara para apoyar sin descanso al colectivo LGTBI porque no olvidemos que la discriminación es una forma de opresión que impide ser completamente libres. Y en días como este, es justo recordar que después de demasiado tiempo de invisibilidad de la reivindicación LGTBI desde el Ayuntamiento de Guadalajara, hoy podemos decir que contamos con un alcalde sensible y aliado que apostó en su gobierno por la existencia de una Concejalía de Diversidad.
Sigamos pedaleando.