Durante el año 2022, Castilla-La Mancha registró 73 denuncias por violencia filio-parental, según ha revelado el estudio de la Fundación Amigó ‘Violencia filio-parental en España. Datos 2022’.
La cifra supone un descenso respecto al año 2021, cuando se registraron un total de 100 denuncias, según ha informado la Fundación mediante nota de prensa.
A nivel estatal, los expedientes abiertos a jóvenes por violencia filio-parental se mantienen por encima de los 4.000, cifra similar a la de los últimos años. En concreto, durante 2022 se registraron 4.332 procedimientos incoados a menores por este tipo de delito, frente a los 4.740 registrados durante 2021.
Estas cifras señalan el grave problema social al que nos enfrentamos, ya que se estima que sólo se denuncian los casos más graves, entre un 10% y un 15% del total, por lo que estamos hablando de un problema que en la mayoría de las ocasiones es oculto y es necesario dar visibilidad y concienciar a la población del problema existente.
Tras analizar las diferentes memorias regionales de las Fiscalías de Menores de cada comunidad autónoma, los datos muestran resultados muy heterogéneos.
Andalucía es la región donde se abren un mayor número de expedientes a menores por este tipo de delito, 1.095 durante 2022. Después encontramos Comunidad Valenciana con 707 y Comunidad de Madrid con 677.
«Hay que destacar que la violencia filio-parental sigue siendo un fenómeno silenciado, por lo que solo se denuncia una mínima parte de los casos. Los padres y madres sienten mucha culpa y muchas dudas a la hora de dar este paso; continuamente escuchamos que si dan ese paso sus hijos e hijas no les van a perdonar nunca. Por ello, es necesario incidir en el acompañamiento a los padres y madres, y en las labores de prevención y sensibilización», ha señalado Cristina Vaquero, psicóloga en el Proyecto Conviviendo de la Fundación Amigó.
«Los casos que se denuncian suelen ser los más graves en cuanto a nivel de violencia, pero la violencia no se inicia cuando ya está presente la violencia física, siempre se inicia en niveles de violencia más bajos, ante conductas que normalizamos o restamos importancia. Por ello, prevenir y empezar a intervenir en cuanto se den las violencias más leves, potenciando la implicación de todos los miembros de la familia y agentes socioeducativos, es el camino en el que hay que trabajar para abordar esta problemática social», ha apuntado Vaquero.