Fue una noticia de LA CRÓNICA que impactó en su día, porque suponía que la ciudad se quedaba sin ningún establecimiento de Telepizza, uno de los clásicos más clásicos en España del sector de la comida rápida y a domicilio.
Los trabajadores entonces ya se lamentaban y se temían lo peor. Con el paso del tiempo, la indignación entre los trabajadores de los dos centros de Telepizza en Guadalajara es general porque, después de dos meses cerrados y de casi cuatro meses sin cobrar en algunos casos, la empresa concesionaria de la franquicia, Acoplaza Restauración S.L., ni se ha puesto en contacto con ellos.
«Nos sentimos secuestrados», afirma la delegada sindical de UGT, Virginia Garrido en declaraciones a Europa Press para LA CRÓNICA.
Lo cierto es que desde hace dos meses los centros de Telepizza en Guadalajara se han quedado sin plantilla y sin suministro de productos por los supuestos impagos por parte de la empresa concesionaria de la franquicia, lo que ha llevado también a que parte de la veintena de sus trabajadores con los que contaba hayan decidido dejar su puesto de trabajo, mientras que los que permanecen no han recibido ninguna información ni sobre lo que pasa ni sobre sus futuro.
Algunos empleados ya han denunciado los hechos ante la Inspección de Trabajo y hay también quienes han solicitado la rescisión de su contrato.
Aún hay trabajadores dados de alta
Sin embargo, «algunos también siguen dados de alta», afirma la delegada sindical, criticando que la empresa concesionaria no se haya dignado a llamarles ni ponerse en contacto con ellos por ninguna vía para aclararles la situación.
En el caso de Virginia Garrido, al igual que en el de otros trabajadores, están indignados y lo único que quieren es que, al menos, se clarifique la situación.
Como ya se ha informado reiteradamente, se trata de los centros ubicados en la Plaza de Bejanque y en el Bulevar de Entrepeñas.
«Estamos secuestrados. Somos personas que tienen sus gastos y pagos. No se puede jugar con la gente», afirma indignada la delegada sindical, para quien se trata de una situación «surrealista».
Por último, Garrido insiste en que si la empresa tiene realmente problemas económicos que no puede afrontar, hay otras formas de llevar la situación que no son la de dejar a los trabajadores «con el culo al aire».