ENSA suministrará 10 contenedores adicionales para albergar el combustible gastado de la central nuclear de Trillo. El plazo de fabricación establecido es de de cinco años y las entregas comenzarán a formalizarse en 2022.
Los contenedores son del mismo tipo que los anteriores 10 que fueron adquiridos por Enresa en 2015 y ya están en uso en las centrales Almaraz y Trillo.
De este modo se confirma la noticia avanzada por LA CRÓNICA el pasado mes de marzo. Entonces, el Gobierno de España autorizó a la Empresa Estatal de Residuos Radiactivos (ENRESA) la adquisición, por un total de 212,73 millones de euros, de 68 contenedores para albergar el combustible gastado de las centrales nucleares de Trillo, Almaraz (Cáceres) y Santa María de Garoña (Burgos). En realidad, ENRESA compra, pero los pagan las propietarias de las instalaciones.
Del total, 10 de estos contenedores irán para Trillo, que desde hace ya muchos años viene almacenando sus residuos de alta radiactividad en un almacén supuestamente temporal, que se alarga en el tiempo.
Estos grandes cilindros los fabricará ENSA, como en anteriores ocasiones.
La necesidad de poner fuera del reactor el combustible nuclear gastado es fácil de comprender hasta para el profano. En las centrales nucleares, después de las recargas, las barras agotadas extraídas del reactor se almacenan en piscinas que se encuentran ubicadas en el interior de las mismas. Para garantizar la continuidad operación de las centrales en explotación, cuando la capacidad de las piscinas se acerca a su saturación, o para permitir el desmantelamiento de una central, cuando ésta ha cesado su explotación, el combustible gastado se introduce en contenedores y se deposita en un almacén temporal individualizado (ATI) con los que cuenta cada central. Ese es el caso, aunque por motivos distintos, de Trillo y Zorita.
85 millones de euros
Dado que la gestión de Trillo se hace de forma conjunta con la de Almaraz, los propietarios asumirán el coste del contrato para ambas, que tiene un importe estimado de 85.138.800 euros y un plazo de entrega de cinco años, aunque Ensa deberá empezar a poner unidades en destino en 2022. Los contenedores son del mismo tipo que los otros 10 que Enresa ya adquirió en 2015 y cuyo diseño ha sido autorizado por el Ministerio para la Transición Ecológica previo informe del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).
Las necesidades de contenedores se han planificado teniendo en cuenta el borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), y el Protocolo firmado en lo relativo a las fechas de cese de la operación de cada uno de los reactores, que en el caso de Almaraz se ha fijado en el año 2027 para la unidad 1 y en 2028 para la unidad 2, y en el caso de Trillo en el año 2035.
En el caso de Garoña, Enresa y el titular de la central, Nuclenor, trabajan para planificar y acometer su desmantelamiento a la mayor brevedad posible.
La compra de los contenedores, que suman cerca de 213 millones de euros se hará con cargo al Fondo para la financiación de las actividades del Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR), que se nutre de la prestación que satisfacen los productores de los residuos.
En el caso de las centrales nucleares en explotación, como es el caso de Trillo, la cuota que abonan es el resultado de multiplicar la energía generada por cada central por una tarifa fija unitaria.