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21 noviembre 2024
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Guadalajara no pasa la prueba en recogida de excrementos de perros

En 2017 se calculaba que son 11.000 los perros que viven en la ciudad, que generan 3.300 kilos de excrementos. Los que no se recogen embadurnan aceras y lugares de tránsito de peatones.

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La cosa viene de lejos. Hace años, cuando Román era alcalde y aún faltaba mucho para las elecciones que le apearon de la Alcaldía, el Ayuntamiento de Guadalajara presentaba una  campaña de concienciación sobre los excrementos caninos. Era 2017 y se consideraba una auténtica plaga, pendiente de solución.

Con lo que se ingresaba por las sanciones no se pagaban ni las bolsas que se ofrecían gratis a los dueños de los perros en los parques de la ciudad… siempre que los gamberros no las saquearan.

Entonces se calculaba en 11.000 los perros que viven en la ciudad, que generan 3.300 kilos de excrementos… que en gran medida no se recogen y embadurnan aceras y lugares de tránsito de peatones.

Con ánimo de convencer a los más recalcitrantes, el Ayuntamiento recordaba hace ya cuatro años en un folleto que el no recoger los excrementos puede suponer en Guadalajara sanciones de entre 100 y 1.500 euros, según la reiteración del denunciado. Ni con esas.

Estudio nacional de la OCU

Precisamente, la presencia de excrementos caninos en la vía pública es el aspecto peor valorado en las encuestas de satisfacción con la limpieza urbana que realiza periódicamente la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Guadalajara, al igual que Cuenca y Ciudad Real, ha tenido en este aspecto una calificación inferior a 35 sobre 100.

La OCU recuerda que los excrementos sin recoger representan un foco potencial de infecciones, especialmente para los niños y las personas en silla de ruedas. «Pero no es solo un problema higiénico-sanitario, también afecta al gasto municipal en limpieza urbana, al tiempo que genera conflictos entre los infractores y el resto de los vecinos», ha precisado.

El estudio de la OCU revela además estrategias municipales de actuación muy distintas para atajar el problema, sin que la mayor parte de ellas consiga resultados apreciables. De ahí que haya impulsado la campaña ‘Stop cacas: por unas aceras limpias’, que busca la colaboración ciudadana y de los ayuntamientos para encontrar soluciones.

Calle de Guadalajara, por la noche. (Foto: La Crónic@)
Paseando a un perro por Guadalajara (Foto: La Crónic@)

Para ello propone seis acciones que pasan por impulsar campañas de sensibilización, para subrayar la importancia de recoger los excrementos, así como para recordar que aceras, jardines y, por supuesto, parques infantiles son zonas de deyección prohibidas. En su lugar, propone, deberían usarse los desagües de las alcantarillas, los alcorques de los árboles, la calzada junto al bordillo y las zonas específicas habilitadas.

La OCU plantea también habilitar espacios donde los perros puedan hacer sus necesidades. Por ejemplo, zonas de esparcimiento para los perros o los llamados ‘pipicanes’.

Poner a disposición de los dueños de los canes herramientas que faciliten su asistencia, como dispensadores de bolsas para recoger los excrementos y contenedores especiales, así como una mayor vigilancia e imposición de sanciones disuasorias por no recoger los excrementos son otras de las propuestas.

Otra de las recomendaciones para combatir la presencia de excremento caninos pasa, a juicio de esta organización, por aumentar las partidas presupuestarias destinadas a la limpieza viaria. «Una mayor frecuencia en la limpieza sin duda contribuye a eliminar más rápidamente los restos de excrementos que pudieran quedar», ha añadido.

De igual modo, sugiere adoptar medidas que hayan demostrado ser efectivas para combatir el problema, como la iniciativa del Ayuntamiento de Málaga para identificar al perro cuya deposición no se recogió a través del registro del ADN de los canes, lo que permitió emitir 166 sanciones solo en 2020.

Por último, la OCU ha solicitado a los dueños de los canes un comportamiento cívico que incluya gestos como llevar bolsas para recoger excrementos o botellas con agua del grifo para verter tras la recogida de excrementos.

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