Es una fecha fija en el calendario y una referencia indeleble en el corazón de miles y miles de alcarreños. El 8 de septiembre, por encima de cualquier otra circunstancia, es la fiesta de la Virgen de la Antigua. Y como fiesta que es, han sido muchísimos los que se han echado a las calles de Guadalajara, para celebrarlo.
Hora y media de multitudinaria procesión
A las nueve y media de la noche, el revuelo de las campanas del santuario de la Patrona era la señal inequívoca, incluso para los más despistados, de que algo estaba pasando: llegaba a su casa la imagen que había salido en procesión en el Fuerte de San Francisco una hora y media antes. Cuando los primeros devotos alcanzaban la ermita, la imagen y su séquito de autoridades aún estaban en Las Cruces, a la altura de la plaza de toros.
Porque autoridades, en efecto, ha habido y muchas. «Es el Bono, es el Bono» exclamaba a grito pelado desde la acera una mujer, al ver al que hablaba con el alcalde de Guadalajara, Alberto Rojo. No era Bono, claro, sino Emiliano García-Page. Por allí andaba también Francisco Núñez, junto a Guarinos, aunque sin caso para confusiones, mucho más inadvertido.
Incluso alcaldes de Guadalajara desfilaban este jueves por la ciudad, por más que sólo uno de ellos esté ahora en ejercicio. ¿Qué se estarían contando Irízar y Román, que marchaban juntos y locuaces, después de todo lo gobernado en la capital?
Concejales, diputados e infinidad de cargos públicos también iban en procesión. Faltan nueve meses para las elecciones.
Al margen de lo terrenal e incluso de lo celestial, destacar una vez más cómo alrededor de la Virgen de la Antigua han estado miles de personas con traje regional y miles en las aceras, en unas cifras que los más veteranos decían no recordar.
La pandemia y su final ha obrado el milagro de este masivo reencuentro, que a la diez y diez de la noche se cerraba bajo el sueno de los cohetes y de una nueva revolada.