Desde Guadalajara hay capacidad en estos mismos momentos para abastecer a 2.379.403 familias durante doce meses. Eso es algo muy importante en la actual coyuntura.
Terminadas las vacaciones del verano de 2022, llegará lo que han anunciado como algo parecido a un «apocalipsis económico». Ya se verá si ocurre, como con otros anuncios de catástrofe. Pero el problema está ante nosotros: superar un otoño y un invierno marcado por la guerra de Ucrania y sus consecuencias para el suministro de gas a Europa. Y en esto, Guadalajara tiene mucho que decir.
Hace semanas, el consejero delegado de Enagás, Arturo Gonzalo Aizpiri. aseguraba complacido que España cuenta con uno de los niveles de llenado «más altos» de Europa de sus almacenamientos de gas natural de cara a la próxima campaña de invierno. Uno de los tres grandes depósitos está en pleno corazón de la Alcarria, bajo Yela, cerca de Brihuega.
Este enorme depósito subterráneo jugará un papel esencial para su propietaria incluso después de la actual crisis energética, ya que, como avanzó en primicia LA CRÓNICA, está llamado a ser un almacén estratégico del denominado «hidrógeno verde», para cuya producción España está dedicando muchas y cuantiosas subvenciones. Su adaptación a este nuevo combustible costará 200 millones de euros, pero le evitará a Enagás gastarse más de 1.000 millones de euros en una planta nueva.
El agobio por conseguir reservas de gas natural
Pero el problema está, ahora, en el gas natural.
El pasado mes de julio, el nivel de llenado de los almacenamientos subterráneos en España era del 73,2%, por delante del 71% marcado para agosto.
La situación en estos momentos indica que estamos en tiempos excepcionales, con un almacenamiento ya consolidado que años antes sólo se alcanzaba en noviembre, en la víspera del consumo intensivo en industrias y hogares, como se puede comprobar en el siguiente gráfico, que detalla todo lo ocurrido en 2021 en Yela:
Dicho en cifras, según lo que ha podido comprobar LA CRÓNICA, la semana comienza con 11.897.015420 kWh, tras meter a diario entre 20 y 40 millones sin extraer prácticamente nada a lo largo de las últimas semanas. Por comparar, en los ya lejanos tiempos del más tranquilo 2019 el mes de mayo las existencias en este depósito subterráneo no eran de de casi 12.000 millones de kWh sino de 8.500. La diferencia es notable.
Teniendo en cuenta que el consumo medio en España para un hogar ronda los 5.000 kWh al año, se puede concluir que desde Guadalajara hay capacidad en estos mismos momentos para abastecer a 2.379.403 familias durante doce meses.
Un «ritmo» repetido en Yela desde hace una década
Es Enagás, como decimos, la que administra el funcionamiento ordinario de esta instalación, en la cual durante el verano se inyecta gas comprimido en lo que desde hace millones de años ha sido un acuífero salino a más de 2.300 metros de profundidad. Esa gruesa capa de formación porosa y permeable, donde siempre estuvo el agua salada, está protegida por una gruesa franja de roca, impermeable. Es esa circunstancia geológica la que permite, llegado el invierno, la extracción continuada del gas antes almacenado, cuyo espacio es ocupado de nuevo por el agua, a través de los poros del acuífero. Y así se ha ido repitiendo el mismo ciclo desde hace una década.
Lo decisivo de Yela es el volumen de la operación y de su capacidad. España dispone de tres almacenes subterráneos para el gas natural: el más pequeño, el de Serrablo (Huesca), para 1.100 millones de metros cúbicos; el más grande, el «Gaviota», bajo el mar, cerca de Bermeo (Vizcaya), que acoge hasta 2.681 millones de metros cúbicos; y entre medias, el del subsuelo alcarreño en Yela, para 2.000 millones de metros cúbicos.
Parece evidente que España necesita más capacidad de almacenamiento. El proceso para conseguirlo es laborioso. Valga como ejemplo el propio caso de Yela, donde los sondeos para verificar sus cualidades sísmicas empezaron en el ya lejano 1991. Y, en lo negativo, recuérdese el monumental problema que supuso «Castor», el que iba a ser el mayor almacén español, en el litoral de Castellón, y que terminó convertido en un escándalo político, económico y con deriva judicial tras provocar un millar de «microterremotos».
En lo energético, la provincia de Guadalajara es relevante también por la producción eléctrica de la central nuclear de Trillo, que cubre por sí sola un 4% del consumo total español. Al mismo tiempo, se sigue cubriendo buena parte del suelo agrícola con amplias extensiones de paneles solares.