Hoy era día, para algunos diputados, de poner el cuentakilómetros a cero y empezar una nueva andadura en las Cortes de Castilla-La Mancha. Para Emiliano García-Page no era ese el planteamiento, sino el de dar continuidad a lo realizado en los anteriores ocho años en que ya ha sido presidente de Castilla-La Mancha. Lo ha dejado claro desde el inicio de su discurso en el Debate de Investidura, un proceso que no terminará hasta mañana, con la votación final para la cual tiene garantizados los 17 votos que necesita, consecuencia del resultado de las elecciones del pasado 28 de mayo.
«Es evidente que el proyecto es de cambio y lo que queremos es que no se interrumpa el cambio», ha asegurado García-Page, quien ha puntualizado que con la mayoría absoluta obtenida y con un programa que, aunque elaborado por el PSOE, recoge «la sensibilidad de la inmensa mayoría de los colectivos y personas de esta tierra» más allá de la toma de posición de cada formación, él se presentó a las elecciones «pensando en gobernar para todos».
Un proyecto para 8 años
El programa, físicamente, lo llevaba en la mano cuando ha subido a la tribuna, con la intención de entregárselo al presidente de las Cortes, Pablo Bellido, al término de su alocución. El documento tiene vigencia para cuatro años pero «mentalidad y perspectiva de al menos ocho años», algo que no tiene que ver «con razonamientos personales o políticos de ningún tipo», sino con lo razonable que, a su juicio, es pensar que cuando se pone la vista hacia adelante para tirar la piedra, ésta «llegue lo más lejos posible».
Convencido de que hay proyectos que «requieren más tiempo de maduración», ha pedido la confianza –tras haberla recibido de los ciudadanos el pasado 28 de mayo, ha destacado–, a los grupos parlamentarios, con cuya «crítica y capacidad de propuestas» espera contar. «A la postre no voy a ser un político conformista. Si alguien está esperando una mera continuidad se va a equivocar, o mejor dicho, sí voy a continuar en una cosa, en seguir cambiando las cosas», ha manifestado.
Emiliano García-Page ha instado a los grupos parlamentarios a que estas dos jornadas no se conviertan en «un teatro político» por las elecciones generales del 23 de julio –«me tomaré la molestia de afearlo», ha avanzado–, pues «se trata de hablar de aquí» y «de lo que nos interesa».
El presidente regional en funciones ha confiado en «seguir contando con estabilidad institucional», habida cuenta de que no se va a traducir «en la misma proporción en diputaciones y ayuntamientos» pues «se ha desmenuzado y deshilachado la estabilidad en ámbitos locales y provinciales con componendas y acuerdos» que no ha querido criticar hoy pero que «introducen novedades».
«La estabilidad es oro en España», ha indicado el dirigente socialista, defendiendo en este punto la colaboración institucional en la Comunidad Autónoma y la «complicidad» con los agentes sociales pero también «con el presidente que elijan los españoles el 23 de julio».
No ser «lacayos de Madrid»… ni al servicio de los independentistas
También la buscará con los ayuntamientos y diputaciones, pues piensa entenderse «con todo el mundo», ha presumido, advirtiendo en este punto de que «no nos pagan para ser lacayos de Madrid» y animando a quien vaya a «utilizar este Parlamento para hacer el trabajo sucio de sus jefes» que tenga «la honestidad de renunciar al sueldo y al cargo».
Igualmente, García-Page ha incidido en la defensa de la Constitución reiterando que no dudará en utilizar «los instrumentos de recurso constitucional y las armas de defensa si hubiera veleidades futuras del independentismo» pues «no cabe ningún referéndum, ni pactado ni sin pactar. Solo cabe uno, el que votemos todos los españoles».
«Esto lo voy a defender gobierne quien gobierne. Comprometo mi acción como presidente ante los tribunales de justicia y el Tribunal Constitucional para impedir que pueda haber atropellos o se repitan acontecimientos».
Alusiones a PP y Vox
García-Page ha pedido desde la tribuna de oradores del Parlamento regional el apoyo de los dos grupos de la oposición, de PP y Vox, para proceder a cambiar la ley electoral vigente en la Comunidad Autónoma, supeditando el resto de consensos a lo largo de la inminente legislatura a que las dos formaciones se sumen a esta iniciativa.
Por ello, insiste en conseguir ese consenso en la Cámara regional. «Y si me rechazan la posibilidad y el acuerdo para corregir este error democrático, si no hay acuerdo en esto, va a ser imposible que lo haya en todo lo demás», ha apuntado.
Incluso, ha dicho, que esta tierra «no puede tener esta humillación democrática». «Si gana Vox, que gane Vox; si gana Podemos, que gane Podemos, pero no se puede gobernar por ley», ha indicado.
A Paco Núñez «o a quien vaya a venir» a sucederle en el PP, se lo va a seguir «planteando». «Tiene que haber voluntad de acuerdo y tiene que haber acuerdo». «Y si no, no es que tengamos mayoría absoluta, es que la aplicaremos».
Además, ha asegurando que los ‘populares’ son los más interesados en prestar ese apoyo y revertir la actual situación para así borrar la «mancha democrática» de que el Estatuto autonómico sea el único en España que se modificó con los votos de un sólo partido.
En la primera sesión de su debate de investidura, García-Page ha lamentado que con la actual ley electoral, que otorga 33 diputados al Parlamento regional, «un tercio de la población está sin representación».
Con esta premisa, ha vaticinado que cuando vengan las negociaciones, el líder de la oposición, Paco Núñez, «dirá que no quiere más políticos, más asesores, más cargos» .
«Pero ustedes aprobaron primero una ley con 53 diputados, hasta que apareció el señor Bárcenas, y a cada milloncito que le salía en Suiza, aquí se recortaba un diputado. Si antes no acaba la legislatura, hubieran dejado sólo la Mesa», ha señalado.