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17 noviembre 2024
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Fernando Adrián se impone a golpe de torería en Guadalajara

Puerta grande para despedir en las escaleras de Las Cruces a un Fernando Adrián que pudo más que el recuerdo de Morante. Oreja para Castella, mientras que Tomás Rufo se fue de vacío.

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Para suerte de la tauromaquia, la torería es un concepto tan amplio que en él caben muchos conceptos, con sus matices. Si con Morante la puede haber a raudales en el ruedo, con su sustituto en Guadalajara, un Fernando Adrián que se muestra pletórico en esta temporada, la torería toma el tono de la verdad y del valor no exento de arte… Un placer para el público y para el aficionado.

Sin trapío y justo de peso salió el Garcigrande que hacía segundo, como ocurriría con sus hermanos, escuálidas sardinas. Lo recibió Lacasetes con el himno de España, pero la solemnidad la puso, de entrada y de capa, Adrián. Así es como se acallaron los pitos por la menguada presentación de la res, a la que sólo se aplicó un micropuyazo. De rodillas, enjaretó tres por la espalda para proseguir con una templada tanda de derechazos, circular y medio y un gran pase de pecho. Toreo a raudales que hizo que, por primera vez en la Feria, hubiera espectadores que se levantaran de sus asientos. «Lucido», que era como se llamaba este negro mulato, dentro de su inocencia casi engancha a Fernando Adrián después de un molinete, de tan dedicado que estaba el diestro a cimentar su faena, que prosiguió con muy buenas razones: bien con la derecha y aún mejor con la zurda, con tres naturales de categoría. Da gusto ver al torero madrileño tan vertical, pasándose el toro por la taleguilla sin aspavientos y con la cabeza siempre lúcida, sabiendo cuándo dejar el sabor de un bello cambio de manos, cuándo rematar las faenas por manoletinas y siempre tirar de corazón para echarse entre los pitones para un estoconazo, que esta vez cayó desprendido pero fue fulminante, que es lo que últimamente cuenta. Las dos orejas fueron, por su conjunto, de ley.

Fernando Adrián, paladeando su triunfo sobre el ruedo de Las Cruces el 15 de septiembre de 2023. (Foto: La Crónic@)

Con el quinto, que no humilló en la muleta lo que parecía apuntar en los primeros compases de la mala lidia que se le aplicó, todo quedó en una leve petición de oreja, porque poco hubo. A las ocho en punto, la víspera empezó a jarrear; en ese mismo momento del día de autos, Fernando Adrián tomaba la espada para pasaportar a un «Retozón» de Algarra que no hizo honor ni al nombre ni a la ganadería. El mayor mérito lo tuvo esta vez el cachetero de la cuadrilla, habilísimo.

Y cuando uno de la terna da un sartenazo como el que dio Fernando Adrián en su primer toro, al resto les toca remar (o intentar lidiar) a contracorriente.

Inesperadamente remiso a dar la oreja que el público reclamaba con insistencia estuvo Fernando Toquero desde el palco para premiar, que es lo que pretendía la mayoría, una faena de Sebastián Castella deslucida ante un deslucido algarra. El francés anduvo consistente, derrochando más dominio que lucimiento ante un astado que, aunque le llegó a desarmar, le permitió repetidos desplantes, que el respetable jaleaba. Poco más hubo, cierto, pero la petición fue mayoritaria y desatendida.

La cosa cambió en el cuarto, cuando sí concedió oreja el presidente. Por si acaso o quizá por despiste, el pañuelo se quedó colgando en el palco hasta que salió el quinto. Negro y abrochado de pitones, al «Altivo» de Garcigrande le sobraba nombre, puesto que los 450 kilos volvían a estar acordes con unas magras hechuras. ¿Sería por vergüenza que tardara tanto en salir de los toriles? Claudicó en la primera y única vara, que tomo sin empujar y casi pidiendo permiso con cortesía. Más interés mostraba Castella, que no encontró eco en los tendidos con un voluntarioso inicio de faena por la izquierda. Como el temple no se le ha olvidado en su corta ausencia de los ruedos, don Sebastián se impuso enseguida a su oponente, por la derecha, acompañando siempre la pastueña embestida. Recibió un aviso antes de entrar a matar con una estocada entera, fulminante. A partir de ahí, el tiempo pareció congelarse, detenerse, marchar al ralentí para el subalterno en la tarea de cortar la oreja concedida, a la espera de que se atendiera la petición de una segunda, con los mulilleros bien tranquilos también, por ver si caía. Que no cayó. Cosas que pasan en las plazas de toros…

En esas, ya habían encendido las luces y se iba nublando, pero no llovió, con el alivio consiguiente entre el personal.

Quien no tuvo las ideas despejadas, ni la suerte de cara, fue Tomás Rufo. Lidió dos de Garcigrande, a cual más miniaturizado. En su primero, de una sosería desesperante por descastada, le arrancó algún buen natural entre la nada. En el sexto, que se fue rajando, tampoco logró méritos que hayan de pasar a los anales. Los momentos de mayor tensión se vivieron cuando, por dos veces, casi le arranca el corbatín. La tarde del 15 de septiembre de 2023 no fue la de Tomás Rufo en Guadalajara, tampoco, al entrar a matar.

Y con estas, los más dispuestos corrieron veloces hacia la puerta grande para despedir en las escaleras de Las Cruces a un Fernando Adrián que pudo más que el recuerdo de Morante.

Momento apurado de Tomás Rufo al entrar a matar al último de la tarde en Guadalajara. (Foto: La Crónic@)

Toros de Garcigrande y Luis Algarra (1º y 5º), 

• SEBASTIÁN CASTELLA, palmas tras leve petición y oreja tras aviso con petición de la segunda

• FERNANDO ADRIÁN, que sustituía a Morante de la Puebla,  dos orejas y ovación tras leve petición

• TOMÁS RUFO, silencio y ovación tras aviso


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