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19 noviembre 2024
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Feijóo abarrota en Guadalajara a una semana del 23-J

Aplausos, abrazos y sudor a una semana de la cita con las urnas en el mitin de Núñez Feijóo este domingo en Guadalajara. "No se debe elegir a políticos que nunca han gestionado nada, eso es una elección de alto riesgo", argumentó ante un auditorio que abarrotaba el local elegido.

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No se parece en nada a John Wayne pero, al igual que él, Alberto Núñez Feijóo valdría para interpretar una versión de «El hombre tranquilo». Incluso en Guadalajara, que no guarda semejanza alguna con la Irlanda de la película ni con la tierra natal del gallego y que, además, en 2019 perdió las elecciones (fue tercera fuerza), como recordó en pleno discurso. Ahora pretende doblar los resultados. Hacia arriba, claro.

En cualquier caso, hay que tener una predisposición natural hacia el sosiego para aguantar, dentro de una campaña electoral intensiva, el agobiante entorno del salón elegido por el PP para el mitin de este domingo.

No se cabía. Ni por delante ni por detrás.

Llegó puntual la comitiva, para adentrarse hacia la muchedumbre, escoltado por Román, Guarinos y Núñez. De camino, una parada para hacerse una foto con niño. Esta siempre será menos conflictiva que aquella otra, en barca, que aún le persigue por las redes.

A partir de ahí, el marasmo, entre un enfebrecido agitar de banderas. Algunas se quedaron sin repartir, no por falta de afiliados y simpatizantes que las enarbolaran sino porque los organizadores las trajeron en gran número.

«No vamos a dar una bola perdida», clamó desde el atril un Feijóo que no se estaba refiriendo al Alcaraz-Djokovic, que en esos momentos andaba por un vibrante quinto set, en Wimbledon, sino a las perspectivas que él y su partido tienen, a una semana justa de la jornada del 23-J.

En esas andaba cuando dedicó algunas críticas a las minorías que aspiran a tener más fuerza que la que corresponde a sus escaños y parecía que se refería a Vox cuando, en realidad, dedicó los siguientes minutos a quejarse de «los comunistas» de hoy frente a los de antaño. Bien puede ser que pensara en Vox, tan presente estos días en Guadalajara por sus desaciertos, pero será que lo pensó en gallego y por eso no lo expresó en castellano.

«Todavía hay quien se pregunta qué es el sanchismo. Es pactar con quien sea, no tiene límites. Es mentir, en los temas importantes… y en los otros».

Costaba que el público, tan eufórico tres cuartos de hora antes, se arrancara por aplausos o con sonrisas… que llegaron por primera vez con la alusión al Falcon, siempre tan eficaz para eso. Sobre todo entre los jóvenes de Nuevas Generaciones que habían sido colocados detrás del orador, en el tiro de cámara. De sus dentaduras, tan reiteradamente mostradas, podría haber hecho un minucioso análisis la auxiliar de clínica dental y díscola concejala de Vox que tanto dolor de muelas está causando desde este fin de semana a la derecha local, especialmente en la Plaza Mayor. Con la boca abierta ya les tiene.

«Lo que pasa en España te lo cuentan los españoles» insistía el orador, pues se jacta Feijóo de escuchar más que Sánchez, incluso en campaña. «¿Por qué no le tienen un poco de respeto a la gente? España no va como una moto y lo que hay que hacer es cambiar al motorista de inmediato», apostilló.

«No se debe elegir a políticos que nunca han gestionado nada, eso es una elección de alto riesgo», argumentó acto seguido, con alusión implícita a su experiencia en el Insalud, Correos o la Xunta de Galicia.

Y para rematar, la inacabable letanía del «Vota PP», coreada por el respetable como respuesta a cada promesa del candidato presidencial. Jaculatorias mitinescas.

Eso era antes de comunicar la victoria de Carlos Alcaraz a un auditorio que, obviamente, también ovacionó al murciano justo antes de que el «tiroriro» del jingle popular atronara a los presentes. Aplausos, abrazos y sudor a una semana de la cita con las urnas.


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