Después de una madrugada (¡otra más!) de insoportable calor, al amanecer del viernes el centro de Guadalajara se ha llenado del sonido de las sirenas de los bomberos.
Faltaban minutos todavía para las nueve de la mañana cuando los escasos clientes de las terrazas que resisten a la canícula en la ciudad asistían, casi indiferentes, al paso de un coche y un camión, Calle Mayor arriba, camino del Jardinillo.
La alarma era real, aunque nadie pareciera alarmarse.
Llegados a la Plaza de Moreno, los efectivos del parque de Guadalajara coincidían en el lugar con patrullas de la Policía Nacional y de la Policía Local, alertados todos por el 112 de Castilla-La Mancha. El aviso era doble: había saltado la alarma de un establecimiento comercial de la calle Exposición y, al mismo tiempo, se notificaba un posible incendio.
Los allí reunidos pronto llegaron a la conclusión de que, en la práctica, había sido una falsa alarma. O una alarma en nada tan peligrosa como se preveía.
A escasos metros, los que tomaban café y charlaban seguían a lo suyo.