Es un cuadro magnífico, una obra del siglo XV que hasta hace 86 años estuvo colgada en las paredes de la iglesia parroquial de Yebes. Refleja la escena de Cristo ante Pilatos, en las horas previas a su crucifixión y muerte, la misma que junto con su resurrección en unos pocos días volverá a recordarse en los actos de la Semana Santa. Menos memoria habrá sobre la peripecia de esta pintura, que hoy queremos dar a conocer en LA CRÓNICA a los muchos guadalajareños que la desconocen.
Fue durante la guerra civil cuando se dejó de tener en tierras alcarreñas este hermoso cuadro, del que ni siquiera se sabe a ciencia cierta el autor, aunque se atribuye al llamado «Maestro de Lupiana».
Vínculos con la casa de los Mendoza parece tener y, seis siglos después, quizá podría recalar en el Palacio del Infantado, si en algún momento se culmina la cuantiosa inversión anunciada para que acoja en depósito fondos del Museo del Prado, que es donde se encuentra desde 1953.
Su salida de Yebes, en 1937, hay que atribuírsela a las decisiones de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico del gobierno republicano, que también había decidido construir a muy poca distancia los pasadizos subterráneos de la «Posición Saldón», en los parajes de Alcohete, como centro militar de operaciones, al resguardo de posibles bombardeos.
El tránsito de esta y otras 69 obras ha podido ser estudiado y confirmado recientemente por los técnicos del Museo del Prado. En la Galería Baja Norte del edificio Villanueva se expone una selección de 11 de estas obras hasta el 2 de mayo.
El valor del cuadro de Yebes
En la ficha del «Cristo ante Pilatos» que figura en la web de la propia pinacoteca, se destaca que «fue atribuida a Nicolás Francés por Sánchez Cantón (1964) y al Maestro de Sopetrán por Josep Gudiol (1955). Aunque por el momento no pueda adscribirse con certeza a un artista conocido, el Cristo ante Pilatos del Prado ha sido puesto recientemente en relación con un Ecce Homo conservado en el Museo de Guadalajara (Fuentes Ortiz 2021)».
Es un cuadro de generosas dimensiones, de valor incalculable, tanto estético como histórico. Prácticamente cuadrado, con casi dos metros, fue inicialmente pintado al temple y sobre tabla, aunque luego se pasó a un lienzo.
Muy razonablemente, establecen que «la procedencia de estas dos tablas y su parentesco estilístico con la obra de Jorge Inglés sitúa el retablo cerca de las redes de patronazgo de la familia Mendoza, a mediados del siglo XV».
¿Será suficiente para su vuelta a casa? ¿A Yebes o a Guadalajara?