Para empezar el martes, que siempre ha sido día de mercado en Guadalajara, casi lo primero que se han encontrado muchos conductores ha sido un monumental atasco que colapsaba todo el Paseo de las Cruces, en uno de sus sentidos.
Ocho y media de la mañana, intentando dejar al niño en el colegio y con la esperanza de no llegar al trabajo más de tarde de lo justificable.
En la fila han coincidido desde algún camión hasta un coche patrulla de la Policía Local y, sobre todo, vehículos de particulares con su propietarios dentro, a la espera de llegar en algún momento a su destino.
El motivo de semejante «trancón», como le llaman a eso en algunos países hermanos de América, eran las enésimas zanjas de una empresa bien conocida por este mismo motivo en la ciudad. La ley, las ordenanzas y las tasas que pagan al Ayuntamiento les dan la razón, según le han confirmado a este chismorreador fuentes municipales.
De los carriles habitualmente disponibles en Santo Domingo en dirección a la calle Virgen del Amparo o La Carrera sólo quedaba practicable uno, con prudencia y dificultad.
Como consecuencia, lo empíricamente comprobado este 27 de febrero de 2024 es que un peatón, a paso normal, cubría en toda su extensión el más conocido bulevar de Guadalajara más deprisa que aquellos que pretendían hacerlo con sus coches.
Y el viandante, claro, aún tenía tiempo de lanzarles una mirada de conmiseración a los pacientes impacientes atrapados en el atasco.