El verano de intenso calor que han venido sufriendo en el centro y el norte de Europa está provocando situaciones que serían excepcionales incluso en países más meridionales, como España. Algunas, ni siquieran se han producido nunca aquí, como es el caso de tener que parar el reactor de una central nuclear durante días para que el agua del río con el que se refrigera no alcance demasiada temperatura y, por esa causa, lleguen a resentirse la flora y la fauna en su cauce.
Eso es lo que ha ocurrido, ni más ni menos, con dos reactores del complejo nuclear de la localidad francesa de Golfech. Según se recogía en los medios franceses, este martes tenían previsto que se volviera a la actividad normal tras haber superado la "canicule" de la pasada semana y tener garantías de que las aguas del Garona estaban dentro de los márgenes de temperaturas establecidos. Otras cuatro centrales francesas han pasado por lo mismo y, al menos, otra más en Alemania.
Mucho más al sur, en la central nuclear de Trillo no se ha producido una situación semejante, aunque la preocupación de algunos alcaldes de la zona se ha llegado a plantear incluso a los responsables de la planta en este calurosísimo verano, como ha reconocido a LA CRÓNICA su director, Javier Vallejo.
En el caso de la instalación alcarreña, el criterio básico que se mantiene desde sus inicios es que el agua que se vierte al Tajo desde la central no supere en 1,5 grados la temperatura existente en el punto del que se toma, aguas arriba. Nunca se ha superado ese umbral.
En este duro verano mesetario, el máximo pico de calientamiento del agua del Tajo por debajo de la central fue de 0,7 grados. Se alcanzó el 23 de junio pasado, según los datos de los responsables de la planta.