Como cada 2 de octubre, el calendario hoy marca la festividad de los Santos Ángeles Custodios, patrones de la Policía Nacional. Una fecha señalada pero que, sin embargo, este año, como tantas otras conmemoraciones, a lo largo y ancho de nuestro país y nuestra región, no podrá ser celebrada.
La pandemia que nos asola desde hace meses impone distancias físicas, precisamente cuando más nos gustaría coger la mano de los miembros de la Policía Nacional y trasladarles nuestro profundo agradecimiento por la labor que vienen desarrollando tanto en el tiempo, cerca ya de 200 años, como en las formas, con las dosis justas de cercanía, profesionalidad y responsabilidad, por difíciles que sean las circunstancias.
En los últimos meses lo han sido de forma especial e inesperada y han demostrado que la sociedad castellano-manchega siempre podrá contar con su entrega, ya sea para velar por el cumplimiento de toda la nueva legislación que ha emanado de esta crisis sanitaria, ya sea para seguir persiguiendo cualquier delito que pueda producirse en nuestras calles.
Esta labor es indiscutiblemente reconocida por la ciudadanía, consciente y agradecida de la enorme contribución de la Policía Nacional a la defensa de la cohesión nacional y a la garantía de igualdad entre todos los territorios y, por ende, de todos los ciudadanos y ciudadanas del Estado español.
Una inconmensurable tarea que, no podemos olvidar, es fruto de las competencias que la Constitución Española, la norma que todos los españoles nos dimos hace más de cuarenta años y que ha dado lugar al periodo más próspero de la historia de España, atribuye a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. El ejercicio de esas facultades, de protección del libre ejercicio de los derechos y libertades y de garantía de la seguridad ciudadana, por parte de la Policía Nacional tiene una aportación directa en la convivencia de nuestros pueblos y ciudades y en el buen funcionamiento del Estado de derecho.
Por lo tanto, puedo afirmar sin lugar a equivocarme que cada una de las personas que integran la Policía Nacional son un baluarte de la seguridad en España, lo que permite generar un sentimiento de confianza y tranquilidad en la sociedad. Además, la seguridad es un elemento básico para que haya libertad y si hay libertad, hay democracia.
Al acercarnos al segundo centenario del origen de la Policía Nacional, con la Real Cédula que dictó el Rey Fernando VII en 1824 por la que se creaba la Policía General del Reino, también hay que agradecer a sus integrantes que se siga manteniendo como una organización viva, moderna y dinámica, capaz de adaptarse a la sociedad de cada momento y serle verdaderamente útil.
Y no puedo finalizar estas líneas de reconocimiento a la Policía Nacional sin un sentido homenaje a los caídos, que hoy tenemos presentes con un recuerdo emocionado y silencioso en nuestro corazón. Gracias por vuestra dedicación y espíritu de sacrificio en el camino que elegisteis, el del servicio a los demás.