Todo es un disparate. Que el Ayuntamiento de Guadalajara haya salido en Facebook haciéndose un harakiri político por la desaparición de un mural en la calle de La Normal ha llevado a la sorpresa a más de un ciudadano, muchos de ellos alertados de la grave pérdida artística por la noticia de LA CRÓNICA.
Lo que nadie ha pensado hasta ahora es que quizá en la brigada antigraffiti se haya reencarnado el espíritu de Malevich, el artista ruso que hace más de un siglo ya sembró el estupor en los cenáculos con sus lienzos monocromos. Un óleo negro por aquí, un cuadrado blanco por allá… En Guadalajara lo que ahora hay es un magnífico muro gris, rotundo y tan vanguardista que la municipalidad quiere quitarlo de inmediato, después del acto de pública contrición.
Malevich se hizo un nombre como adalid del suprematismo, la corriente artística a la que luego se sumaría en un momento de su vida Pedro José Pradillo, el alcarreño que desde hace años se ocupa de dar lustre y uso al Museo Sobrino, entre exposición y exposición. Ahora tiene una en Ibercaja. Los operarios municipales han plantado metros de vanguardia suprematista en un muro de la ciudad. Se lo han pagado con un pescozón.
Al tiempo, los que nos gobiernan se han empeñado en estos mismos días en convencernos de que ha nacido un innovador espacio cultural en la Plaza de Dávalos, esa cuya superficie pétrea es más dura que la cara de algunos de nuestros convecinos. La excusa y el argumento es un conjunto de paneles traídos hasta aquí por Araceli Martínez.
¿Será suficiente esto para reconvertir el desolado páramo de Dávalos en un «innovador espacio cultural» hasta que se nos pase el hervor y nos pongamos a otra cosa? Por ahora, lo dudaremos. Ni siquiera se ha tapado el solar de la vieja cacharrería, uno de tantos que afean Guadalajara. El amarillo anaranjado también es suprematista en esta capital, como es fácil comprobar por doquier.
Desde hace tiempo nos avisan, nos insisten, nos advierten de que en breve sabremos cuáles son los proyectos concretos del Ayuntamiento para recuperar el centro de Guadalajara y dejar de pasar tanta vergüenza en cada calle, en cada plaza, por cada esquina.
Ojalá lleguen las ideas y se ejecuten, aunque sean reguleras. Cualquier cosa menos seguir diciendo más que haciendo, como es costumbre.
Este paseante y todos los demás seguro que estamos en disposición de agradecérselo. Si llegamos a verlo.