Ha pasado casi medio año desde que en el Juzgado de Instrucción nº 4 de Guadalajara se abrieran diligencias previas tras la aparición de un cadáver en el camino hacia la Peña Hueva, en las proximidades de de Guadalajara.
El magistrado, nada más tener los primeros oficios sobre la mesa, declaró el secreto del sumario y así sigue, más de cinco meses después. Las sucesivas prórrogas son legales, aunque no demasiado habituales. En consecuencia, el silencio más absoluto se cierne, de puertas afuera, sobre esta investigación.
Las fuentes judiciales y policiales consultadas por LA CRÓNICA coinciden en su discreción y, asimismo, en subrayar que la investigación no sólo sigue abierta, sino que se trabaja en ella. Más allá de eso, nada.
El suceso se remonta a mediados de junio de 2022, cuando se produjo el hallazgo. Fue, concretamente, el 15 de junio, un miércoles, cuando un hombre que paseaba por la zona reparó en la existencia de un cuerpo semienterrado, cerca del camino por el que transitaba. A partir de entonces, un gran revuelo y el inicio de una investigación que aún no se ha cerrado ni, al menos públicamente, ha dado frutos.
En esos primeros momentos, fuentes policiales confirmaban a este periódico que no constaban denuncias por ninguna desaparición en la Comisaría de Guadalajara que, de algún modo, pudieran esclarecer este caso. Se confiaba en que la autopsia y los análisis de ADN pudieran encauzar las pesquisas.
No ha sido así y el misterio continúa.
Un lugar poco adecuado para ocultar un cadáver
Quien depositara allí ese cuerpo todavía anónimo no acertó, ni de lejos, en la elección del lugar. Las inmediaciones de la Peña Hueva son frecuentadas por muchos guadalajareños para sus ratos de esparcimiento. Se puede llegar en bicicleta hasta el inicio de la ruta, pero también es posible hacerlo con coche y encontrar sitio donde estacionarlo, para proseguir a pie.
Enfrente, el Pico del Águila, otro testigo mudo de lo que allí pudo ocurrir hace casi seis meses.