Rodrigo Gil Manso, distinguido por la Real Academia Nacional de Medicina (RANM) al concederle el Premio Fundación San Nicolás por contar con el mejor expediente académico de España en los estudios de Medicina, ha destacado la calidad docente del Hospital Universitario y los centros del Área Integrada de Guadalajara donde cursó su formación práctica.
Graduado en Medicina por la Universidad de Alcalá en junio de 2018, su expediente académico recoge 34 matrículas de honor, 12 sobresalientes, cuatro notables y una nota media de 9,7.
Rodrigo Gil ha agradecido al profesorado de la UAH el esfuerzo exigido y “habernos transmitido la pasión por este trabajo”, y de su paso por el Hospital de Guadalajara ha destacado la calidad de su docencia y la cercanía demostrada por los tutores y por, en general, todos los adjuntos y residentes, con quienes “la relación ha sido de tú a tú, de un gran compañerismo”.
Gil Manso, que rotó en distintos servicios hospitalarios como Cardiología, Neumología, Hematología, Medicina Interna o Rehabilitación, entre otros, ha valorado las facilidades que ofrece el centro hospitalario guadalajareño para ofrecer una visión global de la profesión médica y “cómo nos han implicado en la toma de decisiones y nos han acercado al trato a los pacientes, y ahí es cuando descubres si vales para este trabajo”.
A principios de febrero se examinó del MIR y, a la espera aún de los resultados de esta prueba, muestra interés por especialidades como la Hematología o la Medicina de Familia, sin descartar otras opciones. “Hematología me ha parecido una especialidad muy versátil y que combina todos los aspectos de la Medicina, con pacientes a los que atiendes durante todo el proceso de su enfermedad, desde situaciones agudas a cronicidad, consultas programadas, trabajo de laboratorio, y ves todo integrado en un mismo paciente”, señala.
“Además se está produciendo una revolución en la Medicina, y especialmente en Hematología, con la inmunoterapia”, explica Rodrigo, para quien resulta fundamental, a la hora de escoger especialidad, poder tratar a cada paciente en su conjunto, de una forma global, y “no sólo cuando le atiendes en un proceso agudo, de ahí que también me guste la Medicina de Familia”.
Rodrigo Gil ha tenido palabras de agradecimiento a su familia, “por el apoyo y la implicación por lo que hacía, a mis compañeros de promoción, mis tutores, el personal del Hospital y todas las personas especiales que he encontrado en estos seis o siete años de formación”.
Finalmente, ha reflexionado sobre el papel de los profesionales médicos y ha apuntado a la empatía, el conocimiento, la comprensión y saber adoptar el tipo de relación que el paciente necesita, sin olvidar la humildad ni el afán por la mejora continua, la formación y la docencia. Para Rodrigo Gil, además de lo puramente asistencial, el médico “debe mantener la formación y debe existir una vocación investigadora y también docente, enseñar a quienes vienen detrás, que es la forma de devolver aquello que se nos ha dado”.