Este lunes ha comenzado la última semana del juicio por el incendio de Chiloeches de 2016. Será este viernes, 17 de diciembre, cuando quede visto para sentencia un proceso judicial tan prolongado en la instrucción del sumario como extenuante como en las 40 vistas llevadas a cabo hasta ahora desde que el 20 de septiembre se diera inicio a las comparecencias.
Esta «recta final» se ha iniciado a las 9 de la mañana del 13 de diciembre con las conclusiones de las partes y, más en concreto, con la intervención de la fiscal que ha asumido el difícil encargo de sistematizar la infinidad de variantes de este complicado asunto.
De lo prolijo de este recuento de posibles delitos da idea un simple dato de la intervención de este lunes: la Fiscalía ha recordado que en mayo de 2007, la Administración ya era conocedora de vertidos en la Barranco de Los Chorrillos… 9 años antes del gran incendio que ahora se juzga. Ha responsabilizando de aquellas lejanas irregularidades a funcionarios de la Junta, tanto en Guadalajara como en Toledo.
Tan minuciosa ha sido su exposición, incluso si nos referimos sólo a las negligencias, que ha recordado lo nefasto de la ubicación permitida para la planta, asomada al cauce del Henares. Quien era el delegado provincial en Guadalajara de la Consejería de Medio Ambiente y Desarrollo Rural por aquellos años, entre 2004 y 2008, era el también acusado Sergio David González.
Llevaba la fiscal casi tres horas con su enumeración de hechos, datos y posibles conductas delictivas (incidiendo muy mucho sobre las empresas Layna y Kuk) cuando pronunció una frase crucial: «El incendio vino a ser la materialización de todo ese peligro generado», año tras año. «Son inauditas las conductas criminales que se están juzgando en esta sala», ha llegado a apostillar, más adelante, casi al filo de las 12 del mediodía, cuando ha terminado su intervención.
A continuación, el resto de las partes. Mientras la Junta de Comunidades busca resarcirse a costa de las empresas implicadas, el Ayuntamiento de Chiloeches también ha optado por no cargar contra los funcionarios (a los que considera meras «víctimas» de un procedimiento administrativo farragoso) y sí contra los empresarios del vertedero. El relato, minucioso, de las supuestas tropelías en la planta ha resultado pavoroso.
Una veintena de acusados para un gran siniestro
Los antiguos juzgados de Guadalajara –que llevaban cerrados desde abril– reabrieron sus puertas el 20 de septiembre para acoger el juicio por el incendio de la planta de reciclaje de residuos de Chiloeches, debido al gran número de personas que han tenido que participar en el mismo.
Fue en junio de 2020 cuando el Juzgado de Instrucción número 1 de Guadalajara decretaba la apertura de juicio oral contra un total de 21 acusados –18 personas físicas y tres jurídicas–, a quienes en algunos casos por parte de la Fiscalía se les reclaman penas de hasta 19 años de prisión y 14 de inhabilitación, al tiempo que les hacen responsables civilmente de gastos de casi 15 millones de euros.
Transporte ilegal de residuos peligrosos
Por un lado, se juzga a 11 acusados y a las entidades Kuk Medioambiente, Grupo Layna y Salmedina por la gestión, almacenamiento y transporte ilegal de residuos peligrosos que se saldaron con el incendio —probablemente intencionado según la Guardia Civil— de la nave almacenadora en agosto de 2016.
A estos 11 acusados se les considera autores de la gestión, transporte y tratamiento ilegal de residuos peligrosos y no peligrosos, para lo cual habrían participado de forma concertada en un grupo criminal que acabó con un vertido incontrolado de estos residuos, acompañado de falsificación de documentos para amparar el desvío.
De otro lado, seis ex altos cargos de la Junta están acusados de un delito de prevaricación medioambiental continuada, por los que desde el inicio del juicio se les piden penas de hasta 3 años de cárcel y 13 de inhabilitación.
Entre las peticiones de pena se encuentra el exalcalde de la localidad, César Urrea, a quien la Fiscalía pide 14 años de inhabilitación y 5 de prisión por el delito continuado de prevaricación administrativa medioambiental.
Múltiples delitos, según la Fiscalía
La Fiscalía considera probado desde la fase instrucción que se han cometido delitos, además de prevaricación medioambiental, de participación en grupo criminal, delitos agravados de gestión peligrosa de residuos y de explotación de instalaciones peligrosas, delitos contra el medio ambiente y falsedad en documento mercantil.
Tras años de irregularidades en todo lo relativo al trabajo desarrollado en la planta, la Fiscalía considera probado que en abril de 2016 dos de los acusados acordaron dejar en las instalaciones unas 15.000 toneladas sin especificar ni distinguir entre residuos peligrosos y no peligrosos a cambio de 300.000 euros pagaderos por Grupo Layna.
Entre el 6 de abril y el 17 de junio, fecha en que se produjo la clausura de las instalaciones por Acuerdo de la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento, se siguió adelante con la recepción de residuos peligrosos y no peligrosos, aumentando así la ya manifiesta acumulación y almacenamiento de dichos residuos en las instalaciones.
Con fecha 6 de junio de 2016 y con el cambio de los miembros de la Corporación Local como consecuencia de las elecciones municipales de mayo de 2015, el nuevo alcalde electo constató la explotación de las instalaciones en Chiloeches «al margen de toda legalidad» por Kuk y Grupo Layna.
Tras la inspección se propuso la clausura inmediata de la nave, toda vez que se constató que en el interior de la misma, la saturación de los residuos almacenados alcanzaba prácticamente el techo; en el exterior, el almacenamiento de los residuos ocupaba las vías de circulación de los vehículos llegando casi a la puerta de acceso; y se impedía la circulación adecuada de los vehículos de extinción de incendios haciendo ineficaces los eventuales medios de extinción en caso de accidente.
«Las instalaciones eran un caos»
El 20 de junio se inspeccionaron las instalaciones por el Servicio de Medio Ambiente, que constató que las instalaciones «eran un auténtico caos». Se apreció almacenamiento masivo a la intemperie de residuos peligrosos y en lugares de pavimento no impermeabilizados, falta de etiquetado en recipientes de residuos peligrosos, escapes de residuos peligrosos en envases deteriorados, vertidos de residuos peligrosos de las balsas de retención que se encontraban colmadas directamente a un barranco donde discurre un cauce y mezcla de residuos peligrosos y no peligrosos. Además, se detectan vertidos al barranco de Los Chorrillos.
El 7 de julio, la UCOMA, dentro de una investigación penal de la Fiscalía de Madrid, tomó ocho muestras en el entorno de la nave que acreditaron altas concentraciones de metales pesados de carácter tóxico, concretamente plomo, zinc, cromo, arsénico y cadmio.
En el exterior de las instalaciones se concluye la existencia de un proceso de emisión de contaminantes líquidos desde el interior de la planta al Barranco de Los Chorrillos estableciendo una gradiente de contaminación generando afecciones significativas para los ecosistemas y para la salud de las personas.
Pero el 11 de julio se constató que cinco de los acusados mantuvieron la recogida de residuos en la planta pese a su clausura en el mes anterior, por lo que se inició una inspección cuatro días después en la que se detectó el empeoramiento del estado de las instalaciones.
El incendio
El estado y las condiciones del acopio de residuos en estos momentos supuso el incremento del riesgo hasta su materialización en el incendio de las instalaciones sobre las 4.49 horas del día 26 de agosto de 2016 de causa y fuente de ignición indeterminadas en el interior de la planta, si bien como hipótesis más probable se concluyó por el Departamento de Incendios del Laboratorio de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid que se trató de un incendio provocado de forma intencionada.
Se tuvo que desplazar la UME, se trabajó durante seis días con centenares de efectivos y se constataron durante la combustión altos niveles de contaminación derivadas de las llamas.
El auto de apertura de juicio señalaba provisionalmente como responsabilidad civil la cantidad de 14.920.912,82 euros, los cuales desgrana por conceptos como la intervención de UME y bomberos o los múltiples daños medioambientales y los gastos de limpieza.
El caso de los altos cargos
El Ministerio Público inició el juicio pidiendo enjuiciar a varios altos cargos, considerados autores de un delito continuado de prevaricación administrativa medioambiental. Penas que llegan hasta los tres años de cárcel y 13 de inhabilitación para el director general de Evaluación Ambiental entre 2005 y 2008, Miguel Ángel Yuste; Carlos José Blázquez Orodea, director general de Evaluación Ambiental entre 2009 y 2011; y Matilde Basarán Conde, directora general de Calidad e Impacto ambiental entre 2011 y 2015.
También para Olga Villegas Sánchez, jefa de Servicio de Control de Calidad entre 2013 y 2018; y José María Michelena, jefe del Servicio de Medio Ambiente Industrial y, sucesivamente, Jefe de Servicio de Prevención e Impacto Ambiental; además de para Sergio David González Egido, delegado provincial de Medio Ambiente en Guadalajara entre 2004 y 2008 y viceconsejero de Medio Ambiente en aquellos momentos.
El último de los cargos públicos enjuiciado es el exalcalde de la localidad César Urrea, a quien la Fiscalía pidió inicialmente 14 años de inhabilitación y cinco de prisión por el delito continuado de prevaricación administrativa medioambiental.