La tormenta caída sobre la ciudad a las tres de la tarde del Miércoles de Ceniza ya amenazaba lo peor. Los augurios se hicieron aún más negros con el agua caída poco antes de la hora prevista para el Entierro de la Sardina… y sin embargo, el cielo se abrió a tiempo para dejar salir el sol y que muchos cientos de guadalajareños disfrutaran del entierro más alegre del año.
En esta ocasión, abundaron las risas muy por encima de los llantos, sobre todo porque las plañideras de otras ediciones habían dejado paso esta vez a la presencia de muchos niños, alborotados y orgullosos con sus sardinas, de todos los colores y tamaños. Junto a ellos, sus padres, muchos abuelos y también una buena representación de curiosos en el perímetro de la Plaza Mayor.
Y en el centro, la sardina a la vista de todos, hasta que las llamas la consumió. ¿Qué como fue? Ahí tiene el lector de LA CRÓNICA nuestra amplia galería gráfica y también el siguiente vídeo, que hablan por sí sólos. Disfrútelos: