En diciembre de 2020 y su plazo de ejecución, siempre tan elástico, era de seis meses. En consecuencia, ya tendría que estar terminada su reforma, aunque a la vista está que no es así. Y realmente está a la vista, puesto que acaban de ser retiradas las lonas que lo cubrían Lo que se aprecian son los nuevos techos de cada planta y las cristaleras, más claras que las antiguas de alguna de las plantas.
El color negro de los cristales, que la chufla popular aprovechó para dar nombre al edificio, ha pasado de forma definitiva al necesario olvido.
Como informaba LA CRÓNICA hace tres meses, los responsables municipales se esforzaban el pasado mes de marzo en encontrar un acristalado lo más transparente posible para cubrir la fachada, sin que la falta de opacidad deje al aire demasiada intimidad de los nuevos ocupantes.
El penúltimo intento de reforma le supuso al Ayuntamiento abonar 83.000 euros de compensación al anterior adjudicatario, que paró los trabajos a los pocos días, al encontrar material con amianto. Con el consiguiente nuevo concurso, que retrasó todo durante meses y meses.
¿Qué es lo que se pretende hacer ahora?
El uso general sigue el camino de lo que se proyectó en tiempos de Román (cuyo proyecto se mantiene en un 80 por ciento para no comprometer la financiación europea), y se respeta del original incluso un jardín vertical en uno de los laterales.
En palabras de Rafael Pérez Borda, que es el concejal directamente responsable, la idea es que sea «un proyecto con espacios urbanos transparentes y permeables» que dedicará la planta baja y la primera fundamentalmente a exposiciones; la segunda se destinará a las empresas subcontratistas del Ayuntamiento «para que presten ahí sus servicios y que los ciudadanos tengan más facilitar para realizar todo tipo de papeleos municipales. En este edificio se contará con espacios para oficinas para funcionarios, de tal forma que será el centro donde se atenderán aquellas notificaciones que el ciudadano haga al Consistorio, a través de las apps«.
Una peripecia de muchos años
El edificio quedó totalmente vacío en la primavera de 2018, con la salida de Radio Nacional, que se había convertido en su inquilino más antiguo. La emisora ocupaba una planta, cedida en su día por el alcalde Javier de Irízar para facilitar la creación de la delegación en Guadalajara de ese ente público.
En ese mismo 2018 querían los anteriores responsables haber iniciado las obras, con margen suficiente para inaugurar antes de las elecciones municipales. No salieron las cuentas.
En aquellos tiempos no tan lejanos, desde el Grupo Socialista, por entonces en la oposición, se criticaba que el proyecto de remodelación del Centro Cívico propuesto por Antonio Román supondría que esté «cerrado a la ciudadanía en un 90 por ciento de su espacio y dedicado casi por completo a servicios internos municipales y a empresas contratadas por el propio Ayuntamiento para prestar servicios públicos».
Quien así se expresaba era Daniel Jiménez. Vaticinaba el edil socialista que se iba a dejar el Centro Cívico «con la misma estética de mamotreto en el centro de la ciudad que tiene ahora, con los vidrios y perfiles de aluminio, y por la que su propio autor ya pidió perdón en su día».
El 11 de diciembre de 2020, Rafael Pérez Borda se explicaba de esta manera, coincidiendo con el comienzo, parece que definitivo, de los trabajos:
Queda por ver si la estética cambiará. Aunque sea a última hora.