No todas las historia tristes tienen un amargo final. Fue hace cuatro años cuando LA CRÓNICA se hacía eco de lo que parecía iba a ser, sin posible alternativa, de la muerte de Duralex tras años de agonía.
Como se recogía en una información de este diario, un tribunal de la ciudad francesa de Orleans admitía en 20220 la solicitud del fabricante de vidrio Duralex para declararse en quiebra.
Era, a todas luces, el casi inevitable desenlace de una larga agonía acentuada por la crisis del coronavirus. Era motivo, entonces y ahora, para que muchos puedan recordar las vajillas, indestructibles, fabricadas en Vicasa, en Azuqueca de Henares, con sus altas chimeneas al pie de la A-2, por entonces una carretera de doble sentido en nada parecida a la autovía de múltiples carriles de la actualidad.
Duralex, una empresa mítica salvada por sus trabajadores
Los medios franceses hablan en estos últimos días de una «Duralex submergé de commandes après le sauvetage de l’entreprise par les salariés». Porque, en efecto, los pedidos se han multiplicado por más de un 300 por cien al hilo de la nueva etapa que vive la compañía, una euforia compartida por muchos franceses en todas las regiones de esa república. El juzgado que llevaba el caso ha validado el proyecto de cooperativa presentado con el apoyo del 60% de los actuales 226 empleados.
Tanto es el apoyo, que la tienda online ha tenido que llegar a cerrar temporalmente, por el exceso de visitas, aunque desde el 31 de julio han vuelto a la Red.
Lo que allí se vende no coincide con lo que los más veteranos recuerdan de sus casas o de las mesas de los comedores escolares, puesto que la gama actual se limita a los juegos de vasos Gigogne y Picardie. A la pasión actual por la marca en el país vecino han contribuido, y mucho, las redes sociales, con campañas de mucho éxito bajo el lema «Comprar Duralex».
La irreductible Duralex, desaparecida de Guadalajara hace tanto, aguanta en Chapelle-Saint-Mesmin, cerca de Orleans, al sur de París.
Parte de la vida de muchos en España
Vidrio templado a 700 grados y enfriado de repente, para darle una resistencia excepcional, es lo que técnicamente se esconde en esos vasos que forman parte de la memoria sentimental de tantos.
En caso de rotura, eso sí, no había enmienda, porque la pieza se rompía en cientos de pequeñísimos trozos si se estampaba contra el suelo. Muchos aún recordarán el tiempo y el cuidado que era necesario para encontrarlos, bajo la severa mirada de los mayores, pues los cristales llegaban hasta el último rincón del comedor o de la cocina.
Azuqueca y Duralex, una historia compartida
Azuqueca de Henares y Duralex fueron uno desde 1959, con la constitución de Vidriería de Castilla, S.A., más conocida por su acrónimo, VICASA. Alrededor de la fábrica creció el pueblo y se fue forjando un nuevo tejido social, de trabajadores procedentes en muchos casos del medio rural. Andando los años, en Azuqueca y gracias a esta factoría, nacería el sindicalismo de clase en la provincia, puesto que allí trabajaban algunos de los más destacados dirigentes de la clandestinidad.
Pocos años más tarde del inicio de la actividad industrial, en 1963, la empresa crecía con las instalaciones de Isover, también en Azuqueca, para la fabricación de lanas de vidrio destinadas al aislamiento.
En 1986 se crea Cristalerías de Vicasa (Crivisa), al separar la producción de envases para uso doméstico.
En el año 2000, la empresa matriz del grupo en la península, Cristalería Española, cambia su denominación social por Saint-Gobain Cristalería. La división de envases de vidrio terminaría por englobarse bajo la denominación de Verallia.