Más pronto que tarde, Cristina Moreno llegará a general. Será general, que no generala, y tendrá que cambiar de aires y de destino, con lo bien a gusto que está ella en Guadalajara como jefa que es de la Comandancia de la Guardia Civil.
En español, las terminaciones en «l» son un ejemplo de lenguaje inclusivo sin necesidad de aspavientos ni postureos militantes, por lo cual ellas y ellos ascienden a general o a teniente coronel (tampoco hay coronelas). En este caso, bajo el mando político de otra mujer, Susana Cabellos, en la Subdelegación del Gobierno. Lo normal, con toda normalidad.
Como normal debiera ser el uso de los colores rojo y gualda de la enseña nacional allá y acullá, por más que todavía sean legión (sin chapiri y sin cabra, sino con odio y mohínes) los que aborrecen de la bandera de España.
Por todo lo anterior, comprobar que la teniente coronel ha lucido una cinta para el pelo tan especial y tan normal al mismo tiempo, con una muy significativa dimensión en el día de la Patrona (con mayúscula y con confesionalidad) de la Benemérita, le ha reconfortado a este chismorreador.
Ha sido un detalle. Un gran detalle.