Fue en enero de 2016 cuando, con su abstención, Ciudadanos facilitaba que se aprobara una moción del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de la capital de la provincia, apoyada por Ahora Guadalajara, en la que se obligaba al Ayuntamiento a asumir la gestión directa del Mercado en todas sus partes después de su rehabilitación, que por entonces ni siquiera estaba en fase de proyecto. Ya casi nadie se acuerdo de aquello, como de tantos otros detalles de la crónica negra de este inmueble municipal que no levanta cabeza.
«La gestión deberá mantenerse siempre de forma directa en manos del Ayuntamiento. De este modo, no solo se podría recuperar este edificio emblemático para uso de los vecinos, sino también para fomentar el empleo y añadir un elemento de dinamización del casco histórico, dotándolo de un servicio comercial atractivo» se planteaba en la moción que por entonces defendió la socialista Pilar Cuevas, concejala entonces y ahora delegada de Sanidad.
Años más tarde, de nuevo Ciudadanos (ya no como socio del PP sino del PSOE) intentaba hacer algo con el Mercado… pero olvidando meticulosamente la gestión directa que los dos socios municipales habían dado por buena años antes.
Es este sólo uno de los despropósitos continuados que ha tenido por escenario el Mercado de Abastos de Guadalajara, una referencia para la vida de la ciudad desde que fue levantado en 1883.
Si nos remontamos algo más atrás en el tiempo, las propuestas suenan incluso más irreales. Así, en 2011 era la ahora presidenta del Consejo de Estado, Magdalena Valerio, la que, como candidata a alcaldesa, quería hacer del Mercado de Abastos un Centro de interpretación y de comercialización de la artesanía de Guadalajara y de productos ecológicos. Pensaba en la última planta del Mercado de Abastos para dedicarla a ese fin, en un proyecto que sería compatible con el resto de usos comerciales del edificio.
Más de una década después, la historia (a veces, historia de terror) continúa. En todos estos años, el Mercado de Abastos ha visto casi de todo, aun sin moverse de su sitio: ha llegado a ilustrar un cupón de ONCE y hasta un concejal se encomendó a un santo para darle solución. Los puestos de alimentación sobreviven como pueden, los proveedores atascan el tráfico cada mañana y nadie aparca donde solía, porque la campa permanece cerrada a cal y canto.
Y sin embargo, el núcleo de todas las polémicas ha estado desde hace años en la reforma planteada por el entonces concejal Jaime Carnicero, por un importe próximo al millón de euros, financiado al 80% con fondos de la Unión Europea.
Fue LA CRÓNICA el medio que primero pudo acceder al interior de las pantas reformadas del Mercado y mostrárselas a sus lectores. Casi nadie ha podido verlas desde entonces y, menos aún, disfrutarlas como estaba previsto.
Según aquel plan, los comerciantes seguían en la planta 0 del mercado; en la planta 1 habría establecimientos dedicados a la hostelería y al ocio. La planta 2 tendría usos polivalentes, para conferencias, talleres, exposiciones, conciertos… Y además, se ganaba espacio para varios puestos más.
Las obras se prolongaron meses y meses y se llegó a las elecciones municipales de 2019 sin que estuvieran terminadas, lo mismo que ocurrió con la reforma del Edificio Negro, en la cercana Plaza del Concejo. Aquello no fue óbice para que en las últimas horas del Gobierno Román estallara la polémica de una inaudita presentación de un adjudicatario local que no compareció públicamente y al que no se consiguió por parte de este diario que nadie citara por su nombre, dejando el acto en manos de una encargada, flanqueada ante los periodistas por el alcalde y el vicealcalde.
Quien sí informó con todo detalle, y en exclusiva, fue LA CRÓNICA, que alertó de que los ocupantes de la campa y de las plantas superiores del edificio lo hacían en precario y sin una adjudicación pública, a todas luces necesaria para el uso privado de una instalación municipal. En esa ajetreada mañana, con idas y venidas de técnicos por la calle del Doctor Mayoral, el departamento de Contratación alertaba de las deficiencias administrativas del procedimiento.
Tras las derrota electoral del PP, pasaron días inciertos pero el exterior del Mercado se abrió finalmente con su inquilino, en un intento de negocio que acababa el 10 de julio de 2019 con el desalojo de los que el propio Alberto Rojo había calificado públicamente de okupas. LA CRÓNICA, de nuevo en exclusiva, lo relataba así:
Pasaban pocos minutos de la nueve de la mañana de este miércoles cuando un policía local se paseaba por el Mercado de Abastos en compañía de uno de los trabajadores. Bajo el brazo, el representante de la autoridad llevaba la inconfundible carpeta verde empleada en el Consistorio para los expedientes. Horas más tarde, las puertas del recinto exterior estaban ya cerradas, mientras que las que dan acceso a los puestos de los comerciantes seguían y siguen abiertas. Ya por la tarde, varias personas trabajaban en el desalojo de enseres y de otras mercancías más perecederas, que cargaban en dos furgonetas.
La notificación, al menos verbal, a la empresa alcarreña que había mantenido actividades en ese recinto municipal se había hecho, según confirmaron a este diario fuentes municipales, incluso antes de estuviera terminado y entregado el informe de la técnico que se había encargado de detallar el despropósito administrativo que se consumó en vísperas de las pasadas elecciones municipales, a instancias de los anteriores responsables.
Previamente, en junio de 2019 PSOE y Ciudadanos hacían sus primeros buenos propósitos de gobierno, en coalición y entre ellos figuraba, como era previsible, lo de reconducir el Mercado de Abastos. El desalojo era la primera fase de la «reconduccion».
La formación naranja se encargó directamente del área de Mercado, que gestionaba uno de sus tres ediles, Fernando Parlorio. En este sentido, el primer teniente de alcalde, Rafael Pérez Borda, ya había adelantado que su objetivo pasaba ahora por sacar a la luz todo lo que había detrás de la polémica surgida con el Mercado de Abastos y recuperar de manera «pausada pero coherente» el proyecto para el que se diseñó.
En agosto de aquel año, el concejal Fernando Parlorio ofrecía el inmueble reformado a los empresarios hosteleros de Guadalajara, por si a alguno le interesaba. El éxito fue nulo.
Andando los meses, llegó la Navidad y el Mercado sirvió para plantar un muñeco de nieve hinchable que resistió como pudo los fuertes vientos de aquellos días y para poner a resguardo, en la primer planta, a los niños que iban a ver un espectáculo infantil en la Plaza Mayor.
En septiembre de ese primer año de mandato ya se había intentado encontrar una solución en forma de concesionario, con unas condiciones que Aike pretendió en vano tirar por tierra, con un fallido recurso. Fue más eficaz para ello la propia dinámica del capitalismo, ante la evidente poca perspectiva de ganar dinero en el empeño.
La licitación de los espacios de hostelería, restauración y ocio del Mercado de Abastos de Guadalajara prosiguió su curso, en efecto, como estaba previsto. El equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de Guadalajara sacaba a licitación el reformado Mercado de Abastos para una concesión de veinte años, según el pliego de condiciones aprobado. Se ofrecía «la gestión de los espacios de hostelería, restauración y ocio» para un total de algo más de 475 metros cuadrados de explotación, con espacios tanto en la planta baja como en la planta primera y la zona exterior. El canon anual a ingresar por el Ayuntamiento rondaba los 50.000 euros y aspiraban a dejar todo atado para la Navidad de 2019. Obviamente, no se consiguió.
La penúltima intentona fallida se consumó en junio de 2022
Mucho sol y ninguna mesa. Ese siguió siendo el panorama de la campa del Mercado de Abastos, para la cual ningún empresario hostelero ha mostrado en todo este tiempo excesivo interés, tras las intentonas en plena pandemia. Una prueba fehaciente más la tenemos cuando el 4 de junio de 2022 el concejal Fernando Parlorio acompañaba con su firma el documento que declaraba desierta, una vez más, la licitación.
El chasco había llegado ya de manera palmaria el 24 de mayo, cuando se llevó a cabo el acto de apertura de ofertas: no había licitadores.
De este modo, la idea de que el 15 de junio de ese año de frenético olvido de la pandemia se sirvieran cañas y raciones con música en directo se había convertido en agua de borrajas. La concesión tendría que haberse prolongado hasta el 31 de octubre. Para 2023, ni siquiera se intentó antes de las elecciones.
Los planes municipales los detallaba LA CRÓNICA y resulta interesante volver sobre ellos para comprobar hasta dónde llega el desinterés empresarial en este caso.
Para animar a los interesados, las condiciones económicas parecían asumibles: un alquiler mensual de 1,45 euros por metro cuadrado de la amplia superficie disponible.
Dado que el espacio total contemplado era de 615 metros cuadrados, el canon mínimo que se esperaba conseguir era de 892 euros al mes. Con ofertas al alza.
Al kiosco y a los elementos auxiliares se le reservaban 320 metros cuadrados, quedando para la terraza casi otro tanto: 286 metros cuadrados, como se detalla en el siguiente croquis:
El procedimiento, al que tuvo acceso LA CRÓNICA, tenía la consideración de «urgente» y la presentación de ofertas estaba abierta para los interesados hasta la medianoche del 23 de mayo de 2022. Al día siguiente se consumó el desastre.
Lo que se buscaba era que alguien montara una «gastroneta» o bien un kiosco «o elemento desmontable análogo» en la campa del Mercado de Abastos para este verano. Y es precisamente el concepto de gastroneta lo que explica la cuota contemplada, en línea con lo aprobado meses antes por la corporación alcarreña, que intentaba facilitar la presencia en la ciudad de esta especie de hostelería trashumante, con muy escaso éxito.
Para la terraza del Mercado de Abastos se señalaba que «el adjudicatario podrá emitir música en sus instalaciones respetando las limitaciones acústicas establecidas por las ordenanzas municipales y demás normativa aplicable en materia de ruidos y nunca fuera del horario comercial establecido». Expresamente se permitía la realización de eventos culturales y musicales, previa autorización municipal.
El primer fallido del Mercado de Abastos con PP y Vox
El pasado martes, 22 de agosto de 2023, el actual equipo municipal certificaba una nueva adjudicación fallida en Junta de Gobierno Local. Según subrayaba Isabel Nogueroles, responsable de este área, después de cuatro intentos por parte del equipo de Gobierno de Alberto Rojo el expediente sigue sin ser gestionado por ninguna concesión, recordando como el anterior alcalde reclamó en su momento una gestión directa de las obras en este espacio si bien luego realizó una concesión indirecta «totalmente infructuosa porque durante cuatro años han sido incapaces de darle una solución».
Nogueroles ha anunciado que se van a sentar con los profesionales del sector para buscar otro tipo de fórmulas para gestionar el Mercado de Abastos porque «la paciencia» de quienes tienen allí puestos como de la ciudadanía «tiene un límite».
Por ello, van a estudiar sacarlo de nuevo en gestión indirecta después de quedar desierto en distintas ocasiones. Tienen previsto «abrir un diálogo» con el sector; la concejala está convencida de que ha de llevarse a cabo «una gestión profesional para dar a este espacio un uso hostelero y cultural para dinamizar el casco».
El mayor rédito del Mercado, para el pim-pam-pum político
Después de la fallida puesta en uso de la reforma millonaria del Mercado de Abastos pronto se vio que la mayor utilidad de esta instalación para los nuevos responsables municipales era la de arremeter contra los anteriores. Lo hicieron mediante una comisión de investigación que se anunciaba como incendiaria y que, a la postre, no tuvo ningún alcance más que el ruido creado.
Se constituyó en noviembre de 2019 con la pretensión de esclarecer lo ocurrido en torno a la apertura del Mercado de Abastos en plena campaña electoral en mayo de ese año, con las obras sin terminar. Fue una Comisión de Investigación aprobada en el pleno municipal con los votos a favor de todos los partidos salvo el PP, que marcó la política municipal hasta enero de 2020, cuando concluyó. Ese fue el momento para que, explicitada la intención de Alberto Rojo de acudir a la Fiscalía, Jaime Carnicero hablara de «pantomima» y de «circo mediático». También, claro, para que Rafael Esteban, como secretario de Organización del PSOE de Guadalajara, calificara a Román y a Carnicero de «macarras de la política», antes de pedirles que, «por honestidad» dimitieran por su actuación en el Mercado de Abastos.
El caso es que, a finales de enero de 2020, el pleno del Ayuntamiento de Guadalajara aprobaba, por 15 votos a favor del PSOE, Cs, Unidas Podemos-IU y Aike y nueve votos en contra del PP y Vox, las conclusiones o dictamen de la comisión de investigación del Mercado de Abastos así como remitirlas a la Fiscalía de Guadalajara para que determinase si había habido prevaricación por parte el exalcalde, el ‘popular’ Antonio Román, y de su entonces vicealcalde, Jaime Carnicero.
Hubo que esperar casi un año, hasta noviembre de 2020, para que la Fiscalía tomará una decisión, que fue la de archivar el caso que tanto protagonismo se intentó que tuviera en el arranque del mandato de Alberto Rojo, al cual después Román exigió que pidiera perdón… sin que este hiciera ningún caso a tal pretensión. Antes al contrario, el nuevo alcalde insistía en que «con hechos probados aún sin investigar, hoy queda acreditado por la propia Fiscalía que el anterior Gobierno municipal dio a dedo a una empresa la explotación temporal del Mercado de Abastos» y se escudaba, de nuevo, en el informe de Contratación.
Vasos con 1 euros de fianza
Recordemos que el primer intento de montar una terraza en el Mercado de Abastos, origen de toda la polémica, echó a andar el viernes previo a las elecciones locales de mayo de 2019. Lo hacía con algunas peculiaridades inesperadas, con la gestión a cargo de una empresa de Guadalajara y el anuncio de una agenda que incluía actividades para, al menos, todos los fines de semana de junio.
Quienes acudían a verlo y probarlo, si querían consumir algo debían pasar antes por caja, para canjear dinero por abastos y poder usar en el mercado esa moneda especial.
Además, «con la finalidad de mantener el mercado organizado, pedimos la colaboración de los participantes» y por esa razón para las consumiciones de bebida se exigía 1 euro de fianza para el vaso, aunque aclaraban que «el vaso podrá ser reemplazado por otro en cada consumición y se devolverá el euro cuando se devuelva el vaso».
Al margen de este engorroso planteamiento, se intentó captar la atención de un público esencialmente familiar con diversas convocatorias. El resultado no se mantuvo en el tiempo.
También se anunció que se abrirían al público todas las plantas del Mercado de Abastos, cada una de las tres con planteamientos diferentes, puesto que mientras en la planta baja se mantenían los puestos de alimentación ya conocidos, la planta primera agruparía bares y locales de tapas, mientras que la segunda y última se dedicaría a las actuaciones en directo y pastelería con zona infantil.
Y en estas llegó el coronavirus…
Mientras se dirimía el asunto judicial y político antes relatado, el 22 de febrero de 2020 la campa del Mercado de Abastos se abría para el vermú de Carnaval, para las peñas de la ciudad. Eran los días inmediatamente anteriores al inicio de la pandemia del COVID-19 y aquello se abarrotó, en un recuerdo que aún estremece.
De lo nunca más se volvió a saber es de su uso anterior para albergar el mercadillo de los martes, algo que se había barajado con insistencia previamente. El coronavirus trastocó cualquier plan al respecto.
Tras el confinamiento, se intentó recuperar el tiempo con una sobredosis de calle. El programa cultural planteado para julio de 2020 por el Ayuntamiento de Guadalajara, centralizado en el Mercado de Abastos, no fue del agrado de Aike, que encontró motivos para quejarse. Sea como fuere, hasta 3.700 personas se sentaron allí, en las diferentes convocatorias, pertrechados con mascarillas. Por allí pasaron desde el Dr. Sapo hasta los Versos a Medianoche, en un intento de reactivarlo como foco cultural. También se ocupó durante una jornada para el Día de la Discapacidad.
Pasaba el tiempo sin nada concreto que reseñar y Aike llegó a hacer propuestas al respecto, como dedicar la campa a aparcamiento. Hay que recordar que en este nuevo mandato la formación cuenta con concejala hasta 2027, en la persona de Susana Martínez.
A lo largo de los últimos cuatro años, el concejal de Mercado de entonces, Fernando Parlorio, no ha dejado de expresar buenos propósitos, aprovechando incluso algún «cumpleaños» del inmueble diseñado por el arquitecto Medarde en el siglo XIX.
Sin embargo, llegada una nueva Navidad, la de 2021, era Armengol Engonga, concejal del PP, el que ya lamentaba la «demonización» latente del Mercado de Abastos que «ha desaparecido del programa de Navidad pese a que Rojo anunció que sería eje de dinamización del casco histórico».
Aún con mascarillas pero con más optimismo para todos pero no para el Mercado de Abastos, llegaba 2022. Preguntado por ello en el inicio del año, el concejal responsable, Fernando Parlorio, se limitaba a anunciar noticias inminentes. Semanas después se supo que el Ayuntamiento intentaba promover 7 terrazas repartidas por la ciudad y la del Mercado de Abastos era una de ellas, repitiendo un modelo que ya se había producido en el verano de 2021, tan tórrido como cualquier otro, lo que limitaba el uso de las mesas y del escenario al horario nocturno, por el intenso calor que desprendía el cemento tras horas y horas de insolación.
Eso fue lo más próximo a un uso continuado de la instalación que tanto ha costado reformar.
Ahora, en el acuerdo de gobierno de PP y Vox, también se incluye el compromiso de «recuperar el Mercado de Abastos».