Que no, que no… No se enfurezca nadie en ningún despacho de las Casas Consistoriales por temerse que lo que aquí se cuenta es que el gobierno de PP y VOX es o vaya a ser un retroceso en el recto devenir de la Historia. Para eso ya se valen solos los concejales socialistas que gobernaron; e incluso los que se subieron al barco cinco minutos antes de que encallara.
De lo que aquí se habla, y se escribe, es de algo más concreto y medible: el reloj del Ayuntamiento de Guadalajara no marca la hora como debe.
La cuestión de definir el tiempo es uno de los retos mayores al que se puede someter a un físico (nos referimos al científico y no a los cuerpos, que estos sí que acreditan ostensiblemente, y a la vista de todos, el paso de los años).
Muy exactamente, en el caso de esta capital la aguja anda por las y 25 cuando la campana ya da las medias. Y quien tiene razón no es el mecanismo de la esfera, sino el badajo.
Es este un asunto menor. O, por mejor decirlo, lo sería si no se tratara de un fallo recurrente para un artilugio centenario y que siempre había acostumbrado a funcionar con toda precisión.
En lo del comportamiento errático del reloj municipal se hermanan los de ahora y los de antes, puesto que a mitad del pasado mandato anduvo parado, valga el oxímoron, hasta que el relojero volvió de vacaciones.
Qué mal le sienta agosto al reloj del Ayuntamiento. A ver que tal le sienta todo lo demás al Ayuntamiento el resto del año.