Lo bueno que tiene leer LA CRÓNICA cada día, y a cualquier hora, es que las noticias te llegan frescas, rigurosas, gratis y, muchas de ellas, en primicia. Así ocurre con lo que se refiere a ese monumento local al absurdo que es la fachada de «El Maragato» y todo lo que le rodea.
Hace semanas, este diario ya previno de que la demolición no era cosa de un día para otro, por más que en el Ayuntamiento se confirmase que habían concedido licencia de obra. Aún queda mucho por delante. Y el siguiente paso, la empresa lo dará con tranquilidad, apurando los dos meses de plazo de que dispone para presentar el proyecto en el que constarán sus planes para el futuro edificio, una vez despejado el solar.
Más recientemente, como si en la empresa encargada de instalar las luces de Navidad fueran ávidos lectores de este periódico, la pasada semana instalaban los cables para la iluminación, apoyándolos… en el celebérrimo andamio e incluso en la fachada de este lamentable esquinazo de la ciudad. No hay peligro de que ningún adorno luminoso se desmorone, pierdan cuidado, que las fiestas están para respetarlas también en este caso.
Así las cosas, una vez que recibamos los regalos de los Reyes Magos, Guadalajara se pondrá manos a la obra en Miguel Fluiters (el 8 de enero) y también, algún día, en la Plaza Mayor. Pero no ahora ni por el momento.
«El Maragato» se comerá el turrón de 2022. ¿Será el último?