Esta vez, no ha hecho falta esperar a Fitur para conocer todo lo nuevo que Egipto puede ofrecer al turista español en 2022. Y, además, tan de primera mano que ha sido este miércoles y por boca del ministro de Turismo y Antigüedades como LA CRÓNICA ha podido saber de todo lo que el país árabe prepara para reactivar el turismo, en cualquiera de sus frentes posibles. Si siempre hay motivos para viajar a Egipto, en 2022 los argumentos se multiplican.
Khaled El-Anany podría pasar por alto ejecutivo de una multinacional por su aspecto. Formación académica no le falta a este egiptólogo, arqueólogo y profesor universitario que desde 2016 asumió esa relevante cartera ministerial, fundamental para mantener una de las mayores fuentes de ingresos del país. Por eso, el lunes por la noche estaba en Luxor en mangas de camisa y no en un despacho. Gajes (y ventajas) del cargo.
Este primer día de diciembre, el doctor Khaled ha tenido una comparecencia en Madrid, aprovechando su presencia para asistir a la asamblea de la OMT. En el transcurso de ese encuentro, ha reiterado la seguridad que garantiza Egipto al turista. A preguntas de LA CRÓNICA, ha confirmado que los sistemas de protección establecidos en los peores años del terrorismo siguen en vigor, aunque esa etapa de violencia haya quedado muy atrás. De este modo, por paradójico que parezca, la inestabilidad de hace una década sirve para garantizar la protección, también en lo sanitario, del visitante internacional.
El ministro egipcio no es ajeno, sino todo lo contrario, a la abultada agenda de inauguraciones que se vienen sucediendo y a la que se avecina en 2022. Del mismo modo que ha participado en la gestión del proyecto de construcción del Museo de las Civilizaciones también lo ha hecho en la cita mayúscula del próximo año: la apertura del Gran Museo de El Cairo. Aunque asegura que hay fecha cerrada para el evento, sonríe cómplice cuando confiesa que «no se puede hacer pública hasta que lo haga en persona el propio presidente», en referencia a Al-Sisi, que rige el país del Nilo desde el golpe de estado de 2014. Lo que sí se sabe es la inversión realizada en esta megaconstrucción: más de 1.000 millones de dólares.
Egipto está en plena reconstrucción… y no es una metáfora. Al igual que se está levantado una nueva capital administrativa, también están en marcha dos nuevas ciudades turísticas.
El 2022 será irrepetible en Egipto
«Al comienzo de 2022 vamos a anunciar algún nuevo descubrimiento importante», avanza, enigmático, el ministro de Turismo y Antigüedades. Lo que ya se puede saber es que hay dos centenarios sobre los que va a pivotar buena parte de la promoción del turismo faraónico: los 200 años del descifrado de la piedra Rosseta y los 100 desde la apertura de la tumba de Tutankamon.
El denodado esfuerzo del francés Champolion inició, al dejar transparentes todas las inscripciones, la egiptología tal y como la conocemos. En cuanto al «faraón niño», los responsables van a poner a la vista del turista por primera vez todo lo disponible en los almacenes, además de lo ya conocido desde hace un siglo.
Y hay un tercer reclamo: seguir los pasos de la Sagrada Familia. En los tres años que, según la tradición, anduvieron por allí Jesús, José y María para estar a salvo de Herodes dejaron numerosos lugares que forman, todos juntos, una interesante ruta de peregrinación.
Los españoles, amantes de lo faraónico y sin miedo al calor
«En verano, la lengua que más se habla en el sur de Egipto es el español», sentencia el ministro, jocosamente, para ilustrar cómo los turistas procedentes de España no se arredran por la dureza del clima en los meses estivales. El pequeño gran problema es que se han retraído de forma radical, al hilo de la pandemia: en lo que va de 2021, incluido el mes de noviembre, apenas han sido 35.000 los compatriotas que han volado hasta El Cairo. Y eso que hay sendos vuelos diarios, desde Madrid y desde Barcelona, ida y vuelta.
Al llegar a Egipto, el turista dispone de una red hotelera de 1.200 establecimientos. De ellos, 841 hoteles están sanitariamente certificados por el Gobierno, que los inspecciona periódicamente para asegurarse de que están en condiciones de disponer del sello Safe Travels. El propio logotipo es ilustrativo del modo en que afrontan los egipcios este asunto: consiste en tres símbolos jeroglíficos, los que se emplean para representar la vida, la prosperidad y la salud, encerrados dentro de un disco solar, dibujado con el color amarillo del sol y el azul del mar.
Tras el cierre total de marzo de 2020, la red de sitios arqueológicos se repuso ya en junio de ese mismo año y la oferta es más que sobrada para cualquiera: hay 200 museos y sitios abiertos.
Para el temeroso irreductible, recordar que para entrar en Egipto es preciso un certificado de vacunación o PCR negativo. En caso de no disponer de lo uno ni de lo otro, se realiza la prueba en el propio aeropuerto, al precio de 30 dólares. En caso de enfermar durante la estancia, el tratamiento en el hotel lo asume el Ministerio de Sanidad de Egipto, lo mismo que si fuera necesaria asistencia hospitalaria. Recordar, además, que el visado turístico se obtiene fácilmente desde el ordenador, por 25 dólares.
El ministro Khaled habla de «total seguridad en Egipto», con los 45 millones de dosis ya aplicadas a la población como argumento.
Lamentablemente para la economía egipcia, que tiene un millón de trabajadores que viven de este sector, los 14,7 millones de turistas que entraron a Egipto en 2010 son por ahora sólo un recuerdo. A partir de ahí, la agitación de la «Primavera Árabe» provocó un acelerado descenso que culminó en 2016: el siniestro de un avión israelí, que ya apenas nadie recuerda, dejó las cifras de aquel año en 5,6 millones de turistas. Desde entonces ha remontado sin parar hasta los 13 millones del 2019. Y en estas llegó el virus… hasta que lo dominemos o nos adaptemos a sus exigencias.