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21 noviembre 2024
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EDITORIAL / El votante no quiere líos

Andamos mal y vamos a estar peor. Ante este panorama, quien menos amenace y el que más confianza inspire se llevará el gato al agua.

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Desde la noche del domingo se ha levantado la veda contra todo y casi contra todos para explicar, llevándose cada cual el agua a su molino partidista, los resultados electorales de Andalucía. Como en LA CRÓNICA lo único que nos guía son las evidencias que aportan las noticias, nos quedaremos en la conclusión que entendemos más evidente y de mayor utilidad para nuestros lectores: el votante, andaluz o español en general, parece tener cada vez más claro que lo que más desea es que le dejen de líos.

Los «líos» de los que escapar son múltiples y no están solamente, aunque también, en salir corriendo de la lucha de trincheras a la que nos han llevado las cabezas no siempre preclaras de la «nueva política» y también de la «vieja política», arrastrados por la corriente del simplismo.

Simplismo, sí, porque ese es un adjetivo que define mucho mejor el comportamiento sectario que tantos han aplicado, ya fuera por adhesión al populismo o por una ruín estrategia coyuntural. O con nosotros o contra nosotros. Y mientras, la gasolina a 2,20 euros el litro.

Aun admitiendo que muchos españoles tienen asegurado el sueldo a prueba de crisis, lo que facilita la lobotomía diaria de entretener el aburrimiento intentando erradicar de España al que no piensa como uno mismo, son más los que padecen cada mañana la incertidumbre de cómo ganar lo suficientemente para mantener a la familia, incluso con apreturas. No les queda tiempo libre ni para odiar.

Esto, además, no va a mejorar a medio plazo, con unas perspectivas económicas entre lo preocupante y lo dantesco. Por eso ha ganado en Andalucía un señor amable con pinta de, a lo sumo, pretender venderte un seguro pero que no parece suponer ninguna amenaza para el bolsillo de nadie.

Estamos hablando de las cosas del comer mientras la izquierda, nuevamente arrasada, se aferra a lo ideológico y a lo estético para explicar la derrota y apelar a un concilio de náufragos en la próxima cita con las urnas. Estamos hablando de las cosas del comer mientras en Vox se resisten a asumir que el maximalismo y el vociferio puede terminar por cansar incluso a los más incondicionales.  

Andamos mal y vamos a estar peor. Ante este panorama, quien menos amenace y el que más confianza inspire se llevará el gato al agua, tanto en el ayuntamiento más cercano como en la propia Comunidad Autónoma, cuando en mayo toque votar.

Nos sobran líos y nos faltan soluciones. Tan fácil de ver. Tan difícil de admitir. Tan necesario de asumir.

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