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13 noviembre 2024
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EDITORIAL / El que no quiera bulos ni insidias, que lea LA CRÓNICA

Bastantes jugadores de ventaja están sacando ya rendimiento económico a la supuesta lucha contra las fake news como para pretender que el resto pongamos la cara, el teclado y nuestros medios para esa función, que no es la nuestra.

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Va terminando el verano con el espanto clavado en los rostros de muchos políticos en ejercicio, abrumados por la cantidad de insultos, falsedades y exabruptos que caen sobre ellos desde las redes sociales.

Algunos, por sí mismos o por persona interpuesta, piden que los medios «tradicionales» nos hagamos eco de su hondo pesar y que animemos a los que aún no se han descerebrado del todo a poner cordura.

Desde hace años, LA CRÓNICA ha insistido en la dañina experiencia que les supone a muchos y en muchas ocasiones la deleitación en X, Facebook, TikTok e incluso Instagram sin las debidas cautelas. Pero ser imbécil, en general o específicamente a la hora de elegir las fuentes de información, es una decisión libre ante la cual el resto de la Humanidad sólo puede prevenirse para evitar las salpicaduras, que no son precisamente de agua limpia sino de ponzoña y letrina.

Cuando un político se duele de los insultos y calumnias que le llegan desde las redes sociales está más cerca de la solución de este problema, puesto que son las administraciones que detentan el poder delegado por los ciudadanos desde Montesquieu (el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial, ya saben…) las que pueden regular ese cenagal, no los periódicos. Nosotros bastante hacemos con facilitar información veraz, que es nuestra función y nuestro oficio. El que se quiere envenenar o envenenar al prójimo, por aquí no aparece. Y mejor que no aparezca.

Bastantes jugadores de ventaja están sacando ya rendimiento económico a la supuesta lucha contra las fake news como para pretender que el resto pongamos la cara, el teclado y nuestros medios para esa función, que no es la nuestra.

Quien sea insultado, vejado y ofendido en las redes, que se queje menos y denuncie más, del mismo modo que quienes hacemos LA CRÓNICA nos exponemos, a pecho y a rostro descubierto, a la querella si nos equivocamos.

No es difícil de entender y, sinceramente, creemos que tampoco es tan difícil de aplicar.

Contra la desinformación sólo cabe la información, como la que aquí nos esforzamos en hacer.

Y por si hay alguna duda es fácil comprobarlo, porque LA CRÓNICA vale mucho más de lo que cuesta. A usted, lector, nada.


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