En estos primeros escarceos de la nueva berrea electoral, las redacciones se están llenando de notas de prensa con declaraciones de este o aquel, de esta o aquella…
Son la consecuencia, en la mayor parte de los casos, de un «canutazo» previo, esa cita tan habitual para que el candidato/candidata se encuentre con periodistas, casi siempre silentes, y suelte a discreción las consignas preparadas para ese día. El valor informativo de tal despliegue de retórica vacua, y de franciscana paciencia de sus testigos, suele ser siempre muy próximo a cero.
En los gabinetes de prensa de casi todos los partidos hay un negociado específico para llevar la cuenta precisa de las apariciones de los propios y de los ajenos en cada medio. Por lo que a LA CRÓNICA respecta, se pueden bajar a tomar el café con toda libertad.
En este diario están siendo pocas las declaraciones políticas publicadas y menos habrán de ser, según se encone el asunto y la barahúnda de réplicas y contrarréplicas no hagan más que ensordecer al personal y enfangar, más si cabe, el terreno de juego. Lo hacemos por convicción profesional y para cuidar de nuestros lectores, que no se merecen el castigo.
Cuando un político habla y establece un compromiso con sus administrados, es informativamente relevante; también lo es, incluso más, cuando pasa el tiempo y se constata el incumplimiento contumaz de la promesa. La mera declaración de intenciones de un candidato sobre algo, etéreo y en el aire, es indicio de lo que podría hacer (y quizá incumplir) si ganara pero, sobre todo, de la imaginación de su entorno para parir ideas con las que rellenar las comparecencias. Material prescindible.
Otro tanto ocurre cuando las entrevistas se salpimentan en las respuestas con mentiras absolutas, medias verdades, disquisiciones ajenas al contenido de la pregunta y otros escapismos, tan conocidos. Es un género que aquí se prodiga poco. Ya no es que eso no valga como noticia sino que se convierte en vehículo de la falsedad, sobre todo cuando el medio es consciente de la falta de veracidad y no lo advierte (en cualquiera de los dos sentidos de la expresión).
Por todo lo anterior, los contables –con manguito o sin él– que pasan lista sobre el éxito de sus notas de prensa, que se relajen. Los que se desilusionan cuando LA CRÓNICA no acude a una convocatoria política, que se consuelen de otro modo, solos o en compañía de otros. Y todo aquel con ansias de servicio público y que esté ya en la carrera para alcanzar o retener el cargo de sus sueños, que se arme de datos y los aporte cuando desde aquí se le pidan. Es el camino más corto y derecho para aparecer como noticia.
Nos contentamos con poco: buscamos la verdad y nos molesta, mucho, que nos engañen e incluso que lo pretendan.
Con esas reglas claras, todo claro.