«La lluvia es un motivo tan bueno como cualquier otro para refugiarse en el Trinity College y asomarse a su incomparable biblioteca.
Al entrar, te recibe un característico olor a viejo por la mezcla continua de páginas centenarias, maderas de oscuro barniz y falta de ventilación. El aspecto, más allá de la pituitaria, es impresionante.
La bóveda se vuelca sobre ti como la quilla de un barco que hubiera dado la vuelta en un naufragio, dejando a tu alcance el conocimiento de la Humanidad. Azorado por el espectáculo, agradeces que los anaqueles estén atiborrados de volúmenes impresos en folio, con sus lomos conteniendo toda una panoplia de caligrafías doradas hasta donde te alcanza la vista. Más arriba, el universo borgiano continúa y sólo es posible llegar hasta allí por medio de escaleras.
Al nivel de lo terrenal, custodiando cada tramo de la biblioteca, el busto de una eminencia, hasta ahora sólo masculina. Es al fondo donde ya esperan, tapadas y pacientes, las efigies de las cuatro primeras mujeres que verán reconocido su mérito en este templo laico del saber».
Así describía hace meses El Paseante de LA CRÓNICA su experiencia al entrar, por vez primera, en este templo del saber. Ahora hemos conocido que dentro de unos meses, en otoño, cerrará sus puertas durante varios años, por obras de reforma. Para aliviar la espera, se ofrecerá un recorrido virtual, inmersivo, que nunca será lo mismo.
La Antigua Biblioteca del Trinity College de Dublín es, sin duda, una de las más impresionantes de todo el mundo. Fue construida entre 1712 y 1732. La sala principal, la ‘Long Room’, tiene 65 metros de largo, atiborrados con 200.000 volúmenes.
Varias años para la reforma de la «Old Library»
Según los responsables, permanecerá cerrada durante tres años para llevar a cabo una reforma que permita proteger mejor todos sus tesoros impresos, incluido el famoso «Libro de Kells, una impresionante joya medieval. Quieren mejorar «el control ambiental del edificio» para preservar sus colecciones «de las amenazas del polvo o la contaminación».
Todo lo que sigue quedará, por tanto, fuera de nuestra vista y del resto de nuestros sentidos cuando viajemos a Dublín, si llegamos demasiado tarde: