Pucherazo, según el diccionario, es el fraude electoral que consiste en alterar el resultado del escrutinio de votos. Es lo que parece ha ocurrido en unas elecciones primarias de Ciudadanos en Valladolid, al elegir candidato para presidir la Junta de Castilla y León.
La noticia ha corrido por los medios de comunicación y entorpecido la andadura de C’s con toda suerte de opiniones y matices: Entre las 2 y las 4 de la mañana se emitieron 54 votos, todos a favor de Clemente, y, según los descubridores de las irregularidades, desde dos ordenadores distintos (ABC). Los gráficos internos del pucherazo de C´s: así llegaron los votos fantasma de Clemente (El Confidencial). El partido da la victoria al diputado Francisco Igea frente a Silvia Clemente por un fraude en la votación (El País). Ciudadanos da la vuelta a las primarias de Castilla y León y reconoce la victoria de Igea por 47 votos (El Mundo). La crisis de las primarias de Castilla y León erosiona el liderazgo de Rivera. Ciudadanos admite irregularidades en la votación de Clemente y anula su victoria. Sobre el guion, iba a ser un fichaje estrella, un movimiento táctico que descolocaría al PP de Castilla y León y haría posible el sorpasso de Ciudadanos en esta comunidad; en la práctica, el inesperado fichaje de Silvia Clemente para ser la candidata a la presidencia de la Junta ha resultado una operación ruinosa después de que la comisión de garantías del partido anulara ayer su victoria en las primarias: detectaron 82 votos de procedencia desconocida y que fueron decisivos. (La Vanguardia).
Hasta ahí, noticias y opiniones. Pero a partir de ahí, surge la realidad que deteriora la imagen de un partido político ante el electorado que ha de enjuiciarle desde una verdad incontrovertible que tiene una faceta única: El posible pucherazo que va a tener consecuencias.
La primera de esas consecuencias es la que muestra el título de una televisión ceutí anunciando la anomalía y el retraso: El posible pucherazo en Castilla y León retrasa la candidatura de Ciudadanos a las Generales.
Después, también como consecuencia, surgen los juicios que definen, acaso interesadamente, al otrora grupo inmaculado con tendencia a expender, denegar y exigir créditos demócratas, avales de transparencia, y certificados de limpieza en los partidos políticos. Un ejemplo, adelantado, de esos dictámenes es el de Santiago-Juárez, que publica el vallisoletano El Norte de Castilla: «El intento de pucherazo muestra a C’s como lo que es, lo peor de la política». Otro ejemplo, menos radical, es el que airea el diario La Razón para expresar el suceso sin descartar una posible e interesada intención: El “pucherazo” en la primarias de Ciudadanos en Castilla y León ha causado indignación a lo largo y ancho de los cuadros de la formación naranja en toda España pero difícilmente ha sorprendido a Miguel Ángel Berzal Andrade, miembro del principal órgano de gobierno del partido, el Consejo General. Según ha podido saber LA RAZÓN, Berzal incluyó en el orden del día de la reunión del Consejo General de Ciudadanos, celebrada el 1 de febrero, una enmienda al reglamento de primarias que, de haber sido aceptada por la cúpula del partido, habría evitado el bochorno que han provocado las irregularidades que han rodeado a las primarias en Castilla y León.
Pero lo anterior, aunque llamativo, no es determinante para el futuro. Ciudadanos es, o era, una formación política con proyección nacional que había sabido expandirse aprovechando las opciones que habían ido surgiendo. Supo aprovechar la situación catalana para ganar unas elecciones que no pudo o supo rentabilizar. Usó la ruina moral del socialismo en Andalucía, primero sosteniendo al gobierno de Susana Díaz y después adhiriéndose al PP y Vox. Ganó prestigio instalándose en el Grupo Constitucional. Y está, o estaba, en una posición confortable ante los procesos electorales próximos.
Tras el pucherazo, la realidad de Ciudadanos ha cambiado. Como consecuencia, ya no es un partido inmaculado. Con independencia de los procesos judiciales en los que ha estado frente a algún afiliado que ha pedido amparo a la Administración de justicia para recobrar derechos constitucionales (supuestamente violentados), ahora C´s es distinto. No será lo peor, como opina Santiago-Juárez, pero está peor. Puede intentar justificar el traspié con una supuesta candidez, que no va a ser creída por todos y tiene connotaciones negativas. Y puede tratar, como hizo Rivera en TVE, de compararse con adversarios reivindicando una agilidad frente al pucherazo que no tendría razón de ser si no hubiera existido.
Desde la nueva realidad, lo inmediato es considerar la merma de las posibilidades de C’s en los procesos electorales próximos. Sin disponer de encuestas que asimilen el suceso, parece oportuno considerar dos hechos: Hasta qué punto las previsiones electorales pasadas van a mantener a C’s en los primeros puestos con PSOE, PP y Vox; o va a retroceder tras PP, PSOE y Vox. Cómo queda Rivera, aspirando a presidir el Gobierno.
Sin aventurar datos, hay una consecuencia principal que resulta tras el pucherazo: En Castilla y León, para C’s, se ha abierto una duda, razonable y ampliable al resto de España, sobre su solvencia, limpieza y respeto a propios, afines y adversarios. Una duda que tendrá consecuencias electorales.