Resulta exagerado afirmar que media España está en un ay al saber que Emiliano García-Page ha desbloqueado, con el consentimiento y el aplauso del PP, su permanencia en la Presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha hasta que a él le apetezca y las urnas lo permitan.
Lo de la prórroga ad aeternum para el inquilino del Palacio de Fuensalida ha sido una de las noticias de los últimos días, sí, pero con mucha menor resonancia que las gracietas de Mahi, la de Supervivientes, o las disquisiciones sobre la influencia política de una cantante que no pasará a la historia en su coyunda con un político llamado Alberto y que también está empeñado en bajarse en marcha de los libros de Historia de España.
Y en Castilla-La Mancha, que es donde más repercusión tiene el asunto, es donde menos alcance informativo ha tenido. No vaya a ser que…
El señor presidente, Emiliano para sus amigos y para muchos de sus enemigos, ha hecho lo que podía e incluso lo que debía, políticamente hablando. Con la naturalidad que da tener la mayoría absoluta y con la complicidad de una oposición que no oposita más que a seguir siéndolo, García-Page se ha asegurado el puesto de presidente de Castilla-La Mancha hasta 2027. Así será si la salud se lo permite, cosa que no cabe dudar a la vista de su lozano aspecto.
Tampoco habría que desdeñar que la política nacional alumbre en años venideros un desastre socialista de dimensiones cósmicas como el del inenarrable Rodríguez Zapatero, pero eso está aún por ver y, en su caso, por padecer. Sólo así, como alcanza a ver cualquier observador incluso mal informado, podría el PP volver a hacerse con el poder político en esta región como lo tuvo, y lo desperdició, bajo Cospedal. Que cada cual ajuste cuentas con todos ellos como se lo pida el cuerpo. O la cartera.
Hay tanta tranquilidad en lontananza en todo el orbe hasta 2027 que mientras tanto no tenemos previsto siquiera que nos destruya un asteroide en ruta de colisión fatal con La Tierra. A la hora de hacer un simulacro del apocalipsis, la Conferencia de Defensa Planetaria ubicó en 2027 el posible impacto fatal del pedrusco. Ninguna otra fecha anterior les resultó creíble o aceptable. De la retirada de Page no dijo nada, pero cuando se produzca será un acontecimiento planetario tal que me río yo de los que pregonaba aquella que llegó a ministra.
La Pax Romana en versión manchega que acaba de instaurarse merecería que escribiéramos MMXXVII en vez de los números al uso. Pero sería un lío, dado el nivel de la peña.
En 2024 serán los Juegos Olímpicos de París. En 2026, el Mundial de fútbol organizado al alimón por Estados Unidos, Canadá y México. Y en 2027, el final del camino o la continuidad de García-Page.
¿Recuerda el lector, ahora, asomados a la canícula agosteña, cómo se llamaba el candidato del PP que decían podía rivalizar con el del PSOE para presidir la Junta de Comunidades? Reconózcalo: se le ha olvidado, si es que alguna vez lo tuvo en su memoria.
Pues eso: se llamaba MMXXVII