Si a la feria taurina de Guadalajara, la que está por venir en el mes de septiembre, hay que valorarla por la fotografía que la ilustra dentro del programa oficial del Ayuntamiento, apañados estamos. Ahí la tienen, por encima de estas líneas, para público conocimiento.
"Eso" que aparece en la portadilla que antecede a los carteles de las corridas no es un toro, ni siquiera un novillo. Es "algo" con cuatro patas y dos cuernos mogones, apañaditos los dos y despuntado uno de ellos, como parte de un mamífero que sólo sería apto para solaz del mocerío menos valiente en un pueblo sin exigencias. Y alguien lo ha elegido para ilustrar y presentar con todos los honores los festejos del coso de Las Cruces. Mátame camión.
Un toro de lidia puede ser astifino, astigordo, bizco, abrochado, cornalón, cornicorto, corniabierto, corniapretado, corniavacado, gacho, cubeto, cornivuelto, cornipaso, mogón (como el interfecto de la imagen) y también veleto. Pero lo primero que tiene que ser es un toro. Al de la foto anda que no le falta "mili" para llegar ni a algo parecido.
El desconocimiento del mundo taurino crece al tiempo que se expande la desafección hacia la tauromaquia. Normal que así sea, por otra parte. Tampoco los curas más diligentes, que escasean sobremanera, logran evitar que cada vez sean más los que se refieren a una "escultura" de la Virgen cuando ven una imagen de la madre de Dios en un paso durante una procesión, sobre unas andas. De ahí a confundir dixit con Pixie y Dixie sólo hay un paso y una vicepresidenta (Carmen Calvo dixit), habida cuenta el también decreciente nivel de Latín entre la ciudadanía circulante.
Para vivir es útil saber, pero para juzgar resulta imprescindible. Dicen que el saber no ocupa lugar, pero cuesta. Por costar, cuesta más esfuerzo que tiempo o dinero. Será por eso que hasta en asuntos otrora tan serios como los toros ahora vamos perdidos, felices en nuestra creciente ignorancia. Con cuernos y a lo loco. Así entre los que mandan como entre los que obedecemos.