Este sábado se celebra la duodécima "Jornada Napoleónica", organizada en Cogolludo por la Asociación "Libre Albedrío". El detalle del programa puede consultarse en nuestra galería gráfica.
Los participantes reviven Cogolludo en 1810. Al caer la tarde, un agitado día de mercado en su Plaza Mayor, presidida por el Palacio de los Duques de Medinaceli y vestida de gala para la ocasión, se ve interrumpido por la llegada de las tropas españolas acaudilladas por Juan Martín, el Empecinado.
La visita del famoso guerrillero ya había sido anunciada esa misma mañana por sus lugartenientes, quiénes entraron en la villa a repartir entre sus gentes los víveres y pertrechos arrebatados a un destacamento francés.
La generosidad de los guerrilleros es celebrada con los sones de los músicos de Turdión primero, y con la música tradicional del grupo de folclore de Cogolludo después, tras la comida popular.
Juan Martín reorganiza sus tropas, entre la alegría y la emoción del pueblo de Cogolludo, rendido al carisma del héroe castellano, cuando un correo francés entra en la villa. Trae una carta para el líder de la guerrilla.
En la misiva, el general Hugo, implacable perseguidor del Empecinado, ante la imposibilidad de derrotar al caudillo español, le ofrece unirse a la causa imperial francesa con todos los honores junto a sus hombres como única forma posible de neutralizar la amenaza española a las tropas francesas. Juan Martín, al leer la deshonrosa propuesta francesa, herido en su orgullo y patriotismo, no duda en contestar al general francés, asegurándole que mientras él viva no habrá concluido la guerra, pues tanto él como sus hombres seguirán luchando, porque han jurado odio eterno a Napoleón y a sus viles esclavos que le siguen. Esa es la Voz de la Guerrilla.
Las águilas de Valporquero, en su majestuoso espectáculo de cetrería, sobrevuelan a los hombres de la partida de Juan Martín aprestando las defensas para lo que ha de venir, la cumplida respuesta de las tropas francesas comandadas por el general Hugo.
Al caer la noche, la oscuridad presagia el horror que acecha a Cogolludo. El silencio se ve roto por el estruendo de los cañones franceses. La lucha, desigual, es terrible. Superado por un enemigo mucho más numeroso, el Empecinado se bate en retirada. Cogolludo, queda a merced de sus enemigos que no muestran piedad alguna. Su incondicional apoyo al líder guerrillero es castigado. Su castillo, que se alza orgulloso sobre la villa es demolido y sus murallas derruidas. La guerra muestra una vez más su rostro. El resto es Historia…