GUADALAJARA, 15 (EUROPA PRESS)
Francisco Maroto, alcalde del pequeño municipio de Campillo de Ranas, situado en la Arquitectura Negra de Guadalajara, se ha sumado a otros ediles de pueblos rurales, donde estos días se incrementa la población y ha pedido, fundamentalmente a los madrileños que acuden a su segunda vivienda a pasar la cuarentena, que «no sean insensatos» y se queden en sus casas porque «hay cierto miedo» a posibles contagios. «Aquí también hay gente mayor y estamos invadidos», ha subrayado el primer edil, que ha alertado de que no sabrían bien cómo deben actuar en caso de contagios. «No tenemos mascarillas, ni guantes, ni nada».
«Lo que no puede ser es que se le diga a la gente que no se mueva y se lo estén tomando como si fueran unas vacaciones», ha criticado este alcalde en declaraciones a Europa Press, en referencia a quienes han llegado a Campillo sin pensar en los que durante todo el año residente en el municipio, en su mayoría población mayor.
«Ahora hay tantas casas abiertas como si fuera verano», ha dicho Maroto, que ha añadido que aunque no son muchos los mayores que viven actualmente en el pueblo, «hay cierto miedo pese a que saben que no les queda más remedio que estar en su casita y aguantar el chaparrón».
Y es que Maroto ha advertido de que si esta noche se les presentara un caso de coronavirus en Campillo, no sabrían bien como deben actuar. «No tenemos mascarillas, ni guantes, ni nada. En vez de tanta tontería podían dotar de todo este material a los centros médicos de los pueblos pequeños», ha subrayado Maroto enfadado.
«No puede ser que estemos con miedo en el propio Consistorio y los trabajadores lo tienen», ha indicado tras pedir a las administraciones que traten de ver la poblemática de los pueblos desde el propio medio rural y no desde las ciudades porque «esta no es la real», ha concluido.
CIERRE
Durante todo el año apenas medio centenar de personas viven en Campillo pero estos días la población se ha visto incrementado y algunos incluso están aprovechando para resolver problemas de fincas, licencias y demás papeleos con el Ayuntamiento, de ahí que este alcalde haya decidido echar el cierre presencial porque «está claro que no es el momento».
En este pueblo ´negro´ se vive durante gran parte del año de lo que dejan las bodas y otros eventos –su alcalde fue el primero en España que tras aprobarse las bodas gays decidió celebrarlas– pero hoy sus casas rurales también están cerradas y todos los eventos suspendidos.
Maroto echa de menos más de información y atención por parte de las administraciones competentes a pequeños pueblos del medio rural como el suyo, donde pese a los medios y las redes sociales, la comunicación sobre el virus y como debe actuarse no fluye igual y «todos los vecinos tienen la misma posibilidad de acceso a los medios», ha señalado a Europa Press.
A juicio de este alcalde dedicado a la apicultura, si bien a Campillo de Ranas sí llega internet, en los barrios de Capillejo, El Espinar, Robleluengo y Roblelacasa no pasa lo mismo. «Ahora es más importante que nunca apostar por este tipo de comunicación», ha afirmado, reconociendo que estos días se sienten más incomunicados que nunca.
De igual modo, ha relatado que este sábado ha sido el último día que llegó el furgón del panadero, que va al pueblo cada dos días, como el tendero. Sin embargo, este regidor no tiene constancia de cuando volverán de nuevo.
Tiene claro que la realidad que ellos viven es muy diferente a la de la gran ciudad, de ahí que sienta que están «algo desatendidos». «Nos encontramos un poco perdidos porque nadie nos informa sobre lo que va a pasar», ha afirmado.
Son parte de la España vaciada y se sienten algo solos a la hora de responder a determinadas situaciones. Tienen secretario uno o dos días por semana y se tienen que ajustar a él para el papeleo y eso es solo una limitación a la que se suman otras muchas.
«Estamos un poco indefensos en esta capacidad de respuesta», ha señalado el primer edil, que ha admitido que tampoco en los pueblos hay los mismos medios de seguridad ya que carecen también de Policía Municipal.
«El alcalde de Azuqueca o el de Alovera publican un bando y solo con llamar al secretario va al Policía Municipal y lo coloca por los bares y donde sea. Aquí, si hay que ponerlo, tiene que hacerlo el alcalde y eso también genera un enfrentamiento con el propio dueño del establecimiento», ha señalado.