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21 noviembre 2024
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«Campano» anima a mirar más allá del Corredor para el desarrollo económico de la provincia

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Desde el punto de vista demográfico y económico, Guadalajara es apenas un “corredor”, rebosante de actividad, industrial e industrioso; cuya razón de existir fue y es su ubicación.
 
Con el desarrollismo del siglo pasado, el “Corredor del Henares” acogió industrias que ya no cabían en Madrid, o que Madrid prefería tener a una cierta distancia; industrias químicas y siderometalúrgicas, también de artes gráficas (¡y sin olvidar a la Mahou!). Si bien muchas han cambiado de manos y de nombres, todas o casi todas siguen sosteniendo actividad y empleo; empleo, además, de calidad, por la alta productividad de la industria y por la histórica organización, afiliación y lucha sindical, de sus trabajadores.
 
En este nuevo siglo, el mismo corredor -y por el mismo motivo: la vecindad con Madrid y el acceso a la A-2- atrae, y cada vez más, a empresas logísticas y de servicios, que crecen y se multiplican, e incluso expanden el corredor con nuevos ramales. Aquí el empleo es de peor calidad, más precario, con peores condiciones laborales y salarios mucho más bajos (léase también: con una más débil, de momento, organización de sus trabajadores).
 
Como, a diferencia de la todavía muy masculinizada industria, los servicios incorporan más mujeres a sus plantillas, Guadalajara se ha convertido en una de las provincias de España donde más ancha en la brecha salarial de género. Estrechar y eliminar esa brecha es un reto sindical y social de primera magnitud.
 
Otro reto, enorme y de efectos aún casi inimaginables, y al que ya hay que prestar la máxima atención, es el advenimiento inevitable de la cuarta revolución industrial, la IndustriaPuntoCuatro, la robotización y digitalización de las empresas y la expulsión de trabajadores y trabajadoras de industrias y almacenes.
 
Fuera del muy poblado y muy industrioso corredor, hay más provincia; enorme en comparación, pero cada día más vacía, despoblada y olvidada. La Guadalajara rural, agrícola y aldeana; agreste y dulce como la miel de abeja.
 
La inmensa mayoría de los casi trescientos municipios de la provincia no llegan a los 100 vecinos; aunque algunos de ellos se llenan de turistas en vacaciones y fines de semana; y aunque muchos cuenten con pequeños -a menudo ínfimos- “polígonos industriales” para ubicar a las microempresas y a los autónomos que puedan sobrevivir en la minúscula actividad económica local. El localismo de cada ayuntamiento y la miopía de las administraciones supramunicipales -diputación, junta de comunidades- han sido incapaces de promover polígonos comarcales, de generar archipiélagos industriales distribuidos por la provincia.
 
Las únicas empresas potentes fuera del Corredor, las centrales nucleares de Trillo y la ya desmantelada Zorita, nunca pasaron de ser islas; islotes humeantes en un mar inmenso, vacío y quieto. Miles de kilómetros cuadrados sin apenas gentes, y cuyos cada vez menos vecinos carecen de escuelas e institutos, de centros de salud, de servicios sociales, de transportes públicos.…
 
El envejecimiento de la población rural, la inviabilidad económica de las tradicionales actividades agropecuarias en pequeña escala, la ausencia de oportunidades laborales para los jóvenes y la muy difícil y extremadamente cara prestación de servicios públicos esenciales a tan poquitos habitantes en tan extenso territorio aconseja -y hasta fuerza- el éxodo urbano; en muchos casos a la capital, a Guadalajara y su entorno.
 
Que, por cierto, y esta sí es una excelente noticia, cuenta ya con un campus universitario que acaba de recibir un fuerte impulso para seguir creciendo. Ahí, en la formación, la cualificación y el conocimiento, hay que sembrar el futuro de una juventud pujante que sabrá convivir con éxito con la cuarta revolución industrial. Y que construirá la quinta, y la sexta, y las que vengan.
 
A falta de colegios, de profesionales sanitarios y de parques de bomberos, sí aloja la parte vacante de nuestra provincia una enorme, una morrocotuda obra pública: el impulsor de Bolarque; que desvía hacia el Levante la mayor parte del agua almacenada en Entrepeñas y Buendía; negándosela al propio río Tajo y negándonosla también a los guadalajareños, a nuestras posibilidades de desarrollo, a nuestra agricultura, a nuestra industria y nuestro turismo. A nuestro medio ambiente. A nuestro ser y a nuestro futuro.
 
Es Guadalajara una provincia con un pequeño corredor hiperactivo, muy urbanizado y con muy alta densidad de población; pero es también un conjunto de comarcas llenas de historia y de riqueza patrimonial, natural y cultural, pero casi vacías de personas. Las realidades son distintas y los retos también. Esta duplicidad no tiene por qué ser negativa, sino al contrario.
 
Lo que sí es negativo es que los gobernantes que tienen que administrar las realidades y afrontar los retos lo hagan como rivales, incluso como enemigos.

José María Rey Cuevas
Secretario general de CCOO-Guadalajara